El señor de las moscas
En 1954 se publicó el clásico de
la literatura inglesa contemporánea «El Señor de las Moscas»
del autor y Premio Nobel de Literatura, William Golding (1911-1993). Un libro
de cabecera en las escuelas norteamericanas y británicas que es poco o nada conocido
en España.
Como los clásicos de aventuras
juveniles de la época, el exotismo está presente en un mundo virgen (un mundo
perdido, salvaje, aislado del mundo civilizado), donde como fierecillas salvajes
(o asilvestradas según se mire) se sueltan, vía accidente aéreo, a un puñado de adolescentes sin adulto al
cargo.
En este experimento cesariano, roussoniano
y algo freudiano, surgen dos formas de sobrevivir en la naturaleza que les
rodea: los que podríamos llamar demócratas (Ralph) y los autoritarios (Jack).
Ambos en virtud de la costumbre creada sobre la marcha, deciden establecer
reglas de convivencia, cada uno de sus dos líderes, a su modo, o bien se
muestra asambleario o bien se impone el presidencialismo.
Primero vino la democracia con un
ágora y caracola de mando que permitía dar la voz a todos los presentes,
incluso a los peques de la pandilla. El ágora aúpa a Ralph, uno de los dos
mayores al poder supremo de la nueva sociedad en la isla creada. Este
distribuye las tareas entre los presentes en función de su capacidad y
conocimiento. El líder rival, Jack, asume la cartera ministerial de los
cazadores de la isla, aquellos que han de proporcionar alimento a la nueva
tribu. Le va como anillo al dedo, dado que representa la fuerza bruta en este
microcosmos tribal adolescente.
La historia corre después por otros
derroteros, como la creación del mito de la «bestia» a partir de ver las andanzas de un jabalí algo hambriento al
que todos temen. Jack logra cazarlo, convirtiéndose en el «Héroe» mítico de la
tribu, casi un dios. Aquella hazaña fue
celebrada con la asunción a la dictadura como evolución natural del carácter autoritario
de Jack. Tanto es así que en el libro se
muestra tanto la represión; como incluso la tortura con propios y extraños. De
ahí pasó a la guerra total a Ralph, al cual pretendía asesinar. El juego
infantil, se estaba convirtiendo en una realidad trágica. La situación se fue
de las manos.
Sin embargo llega la salvación por mar
en forma de rescate justo en el momento álgido en el cual se iba a proceder a sacrificar a Ralph en aras del
supremo ego de Jack. Finalmente Jack
recula ante la presencia de un adulto y finalmente llora de alegría por volver
a su hogar, como todos los demás. Eso antes de reconocer en Ralph al verdadero héroe y líder moral indiscutible
de la isla.
Si bien hay elementos teológicos y
filosóficos en el texto. Este libro es una buena manera de poder entender la
diferencia entre lo que es una democracia y una dictadura. Es un mensaje moral
que nos advierte y nos ponen en guardia.
El libro fue escrito en el contexto de
la Guerra Fría (1945-1993), en un mundo bipolar
donde todos los discursos y debates
eran de carácter binario (positivos o negativos, según el espacio geopolítico
en el que uno estuviera). Se trataba de una lucha por la hegemonía
mundial.
La democracia, la descolonización
y la defensa de los derechos humanos se convirtieron en la base del nuevo
equilibrio europeo de la posguerra. Para William Golding la naturaleza del ser
humano saca siempre lo mejor de sí mismo
y a la vez lo peor de sí mismo. La
democracia para Golding era la mejor utopía para iniciar la construcción de un mundo
mejor.
Habiendo vivido dos guerras
mundiales, en las que el Reino Unido tuvo un papel protagonista; para Golding,
la democracia era la antítesis de la barbarie y de la crueldad del ser humano
(Adolf Hitler y la Shoah estaban en su mente); era la civilización en estado
natural y por ello al final la esperanza en la democracia acabaría imponiéndose
(Como sucede en el libro que le encumbró a la fama).
Democracia y occidentalismo,
democracia y civilización, democracia y cristianismo de base, democracia y razón
práctica, son algunas de las enseñanzas
que pueden extraerse de esta magnífica obra que recomiendo leer y reflexionar
sobre ella. W. Golding demuestra con ello su maestría como profesor de
secundaria.
Esta obra fue llevada en dos
ocasiones al cine y algunos grupos musicales han compuesto obras para ambientar
la obra filmada. Muchos incluso opinan que tuvo mucha influencia en los
guionistas de la serie de televisión «Perdidos».
Actualmente podemos entender que
la política en realidad es un mero juego de supervivencia, en el que las afinidades
se muestran en el liderazgo y en la ética. Hoy vemos como el desconcierto político
se basa en la crueldad del político contra el rival político. Una política desordenada
sin ética, sin programas creíbles, sin ideas, ni liderazgo.
Tribus políticas de adolescentes
imberbes sin adulto que las controle. No lo digo por la juventud y primera
madurez de los líderes actuales; sino más bien por cómo se comportan en la
escena pública. Sus nada ejemplarizantes vidas políticas, con mas trapos sucios
y polvo bajo las alfombras, no ayudan en la construcción de una verdadera
democracia. Carecen de objetivos y de metodología, de hoja de ruta y de ideas
claras sobre las cosas. Juegan a ser mayores, imaginando un mundo ideal; pero
aun son niños que necesitan correctivos.
Pero como W. Golding aún hay
tiempo para la esperanza. Si bien las generalizaciones son siempre odiosas, a
veces sirven para ir iluminando el camino.
Efectivamente hay líderes, que como el Ralph del «señor de las moscas», tratan
de buscar el punto intermedio, el ágora de la libre expresión y la caracola que
da autoridad para hablar. Unas veces dan
un pasito para adelante; otras veces dan tres pasitos para atrás, como la
canción. Se avanza, pero a un ritmo excesivamente lento.
La lectura de este libro me ha recordado a lo que hoy escuchamos y vemos
por el ecosistema del ciberespacio. Oyendo a los tertulianos (de todas las
tribus políticas) a uno le da la
impresión que, por ejemplo en Andalucía, un nuevo sol (Juanma Moreno) asoma por
el horizonte (con Hércules y sus leones escoltándole). Algunos políticos excéntricos,
metidos a intelectuales (que da mucho caché), incluso hablan de «cambio
de régimen»;
otros en cambio, afirman que ha sido todo un «golpe a la democracia» y que
todos los infiernos del mundo mundial se han abierto de par en par por obra y gracia
de VOX (ese partido con nombre de diccionario).
Con estas expresiones es lógico
que el personal se vuelva loco, al no entender nada de nada, como alguna amiga
entrada en años lo comentó hace poco por facebook. Cuando se usa la expresión «cambio
de régimen»
la lógica nos conduce a entender una nueva situación «democrática» surgida
tras un terrible periodo de guerra o dictadura. Por el contrario; cuando se
habla de «golpe
a la democracia» se está expresando lo contrario, había democracia y ahora
asoma una cruel dictadura.
La historia si algo nos ha
enseñado en nuestro bendito/maldito país, comúnmente llamado por el momento
España, es que «cualquier parecido [de la política] con la realidad
[social] es pura coincidencia».
Estamos habituados a que los políticos pasen cada día
por nuestras televisiones y ahora por el dispositivo móvil, es como el Madrid o
el Barça, los toros o el futbol… otro entretenimiento más, unas veces son más
divertidos, otras son unos petardos. Si algo están de acuerdo los españoles, es
en el hecho demostrado, que las mejores tertulias se tienen en la barra de los
bares delante de una copa de vino o de cerveza (recomiendo beber con
moderación). Ahí es donde realmente a los españoles nos gusta cambiar el mundo.
Es la verdadera ágora de la sabiduría popular. La tertulia de barra de bar es
sin duda la mejor expresión de democracia popular en España y es altamente
recomendable.

Termino con una llamada a la esperanza
por el niño Julen, que aún permanece atrapado en ese pozo estrecho y profundo
de Totalán. Mi homenaje a este español, andaluz, malagueño y paleño que hace
dos años vino al mundo. Mi sentimiento de afecto y solidaridad con los jóvenes
padres de esta criatura, los cuales ya perdieron un hijo hace poco.
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