El mundo contemporáneo. I. El movimiento patriótico y la primera revolución industrial (S.XVIII)
Tras la revolución americana (1765-1783) y la revolución francesa (1789-1799), aparecieron los conceptos de "Patria y Pueblo". La "Patria" (tierra de sus ancestros) era el elemento básico que identificaba a un "Pueblo" (población que se sentía vinculada conscientemente con la tierra de sus ancestros). Las ideas patrióticas de entonces, se argumentaban en general en base a: un pueblo sometido u oprimido que debía ser liberado, para recuperar así, la tierra de sus ancestros instituyéndose en un pueblo libre para seguir su propio destino.
El movimiento patriótico que surgió inicialmente en los nacientes Estados Unidos de América, se propagó por Europa en este periodo. La "Libertad" se convirtió en la bandera del movimiento patriótico. Ser libres significaba que dejaban de estar vinculados jurídicamente a un señor feudal, o a un monarca, a un régimen político o económico concreto. Eran libres para elegir y optar. Eran libres para pensar o creer. Eran dueños de su propio destino.
Con el concepto de "libertad" llegó el concepto de "soberanía". El movimiento patriótico consideraba que la soberanía del pueblo le había sido secuestrada por monarcas despóticos y señores feudales. En consecuencia eran libres para recuperar su soberanía. El ejercicio del derecho a la libertad en el movimiento patriótico les daba derecho a asumir la soberanía. En virtud de esa soberanía eran libres para crear nuevos regímenes políticos.
La libertad dio paso a la igualdad, a la legalidad y al concepto de fraternidad (Revolución francesa) como elementos identificadores de la "conciencia" patriótica surgida de forma natural y consentida por el "pueblo".
En Estados Unidos se optó por crear un régimen patriótico cuya base filosófica la encontramos en la Declaración de Independencia de 1776 (Thomas Jefferson) y cuya plasmación teórica la vemos en la única constitución estadounidense de 1787 actualmente vigente. Algunos elementos provenían de la tradición "constitucional" británica (como el parlamentarismo, el bipartidismo, el sistema de justicia o la organización administrativa-territorial) y otros que eran propios de la masonería, comprometida e impulsora del movimiento patriótico estadounidense.
La constitución define al nuevo estado federal como:
"Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una unión más perfecta, establecer justicia, asegurar la tranquilidad interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y para nuestros descendientes los beneficios de la libertad, proclamamos e instituimos esta constitución para los Estados Unidos de América" (Preámbulo)
En Francia el régimen patriótico llevó a los revolucionarios por otros derroteros. La "liberación" de la monarquía absoluta de Luis XVI, se produjo por cuestiones puramente económicas y sociales. Las malas cosechas del reinado habían dejado desabastecidos los mercados y en consecuencia el acceso a bienes de primera necesidad fue imposible de satisfacer. Contrastaba el padecimiento de gran parte de la población por esta escasez de alimentos; con la ostentación de los grandes banquetes y costosísimos festejos desarrollados en la corte palatina.
Las amas de casa fueron las primeras en agruparse para reivindicar la necesidad de nuevos abastos y para denunciar la mala gestión del poder en el abastecimiento de las ciudades y pueblos de Francia. A estas mujeres se unieron militares, trabajadores, sacerdotes y finalmente las autoridades locales. En París, capital del reino, se formó en el ayuntamiento un régimen político revolucionario llamado "la Comuna" (entendido como el "gobierno de El Común", de la ciudadanía).
Los filósofos (Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Diderot …) e intelectuales de la época, muchos de ellos francmasones y amigos de los estadounidenses revolucionarios como el Marqués de Lafayette (colaboró con los estadounidenses durante al revolución americana, fue también el jefe de la policía parisina durante la revolución francesa), comenzaron a plantear en distintos ámbitos, la necesidad de acabar con el gobierno despótico de la monarquía de Luis XVI al que consideraron corrupto. Surgió así el primer movimiento patriótico revolucionario de Francia basado en la demanda de la desvinculación feudal y en el derecho a la adquisición por parte de los súbditos de la condición de "ciudadanos libres y soberanos" para decidir su propio destino.
Los comuneros de Paris (y de otras partes de Francia) eligieron un lema fácilmente entendible por las masas incultas y analfabetas: "Libertad, Igualdad y Fraternidad" (Camille Desmoulins, 1790). Las tres exigencias máximas de los comuneros: Libertad para ser y obrar, Igualdad para evitar injusticias sociales y Fraternidad para entender que el individuo forma parte de una comunidad.
La comuna de parís fue el antecedente de la Asamblea Constituyente surgida tras el fracaso de los Estados Generales de Francia. Los padres de la primera constitución de Francia (1792) se basaron en las ideas propias de los comuneros parisinos y de los constitucionalistas franceses.
La Comuna de Paris influyó en movimientos patrióticos posteriores y en el pensamiento político posterior. El pueblo asumía su derecho, en virtud de su soberanía, a rebelarse contra el orden establecido para mejorar sus condiciones de vida. Una idea sin duda revolucionaria en el siglo XVIII. Inspiró a muchos movimientos revolucionarios europeos.
A medida que estas dos revoluciones fueron desarrollándose en el tiempo, surgieron nuevos conceptos como "soberanía popular" y "soberanía nacional", el concepto de "nación" comenzaba a dibujarse en la esfera política. Si bien la revolución americana fue promovida por las élites de las antiguas colonias británicas; la revolución francesa provino de las capas mas deprimidas de la sociedad. En los escritos de los filósofos y políticos de la época se asimiló "pueblo" a "soberanía popular" y "nación" a "soberanía nacional". El termino "pueblo" era fácilmente entendible por las masas; sin embargo el término "nación" era muy confuso y nada comprensible para las masas. Exigía un alto grado de formación, que sólo las élites podían permitírsela.
Los comuneros de París, especialmente entre los miembros del club de los Jacobinos, se optó por el concepto de "Soberanía popular" ; en cambio entre los constitucionalistas franceses preferían el concepto de "soberanía nacional" dado que sus miembros procedían de la intelectualidad de su época. Progresivamente los términos "pueblo y nación" fueron confundiéndose hasta hacerlos sinónimos a efectos de praxis política.
La revolución americana puso las bases para la formación del movimiento de emancipación e independencia en América central, Caribe y América del Sur. La revolución Francesa puso las bases del nacionalismo del siglo XIX en Europa. El movimiento patriótico del siglo XVIII puso los cimientos teóricos del mundo contemporáneo. La sociedad civil recuperaba su soberanía, sus derechos y libertades. Era dueña de su propio destino. Dejaron de ser súbditos y vasallos, para ser considerados ciudadanos.
Los estados dejaron de ser propiedad de señores feudales y monarcas absolutos ("El estado soy yo", Luis XIV de Francia) y pasaron a ser entidades políticas independientes de la administración del patrimonio de la monarquía, puestas al servicio del pueblo (los conocidos como "Estado-Nación"). En unos casos adoptaron la forma de "monarquías parlamentarias o constitucionales" y en otros en forma de "República" con distintas atribuciones según los regímenes que se desarrollaron.
Los nuevos estados se ocuparon de llevar a la práctica, con mejor o peor fortuna, todas las ideas revolucionarias que habían argumentado las revoluciones anteriores. Ideas que sin duda están en la base del pensamiento político y la democracia contemporánea.
Las dos revoluciones acaecidas en el siglo XVIII coincidieron en parte con la primera revolución industrial, que se desarrolló principalmente en el Reino Unido. El desarrollo de la minería propició el desarrollo de la metalurgia y la siderurgia. El desarrollo de la ganadería lanar y vacuna posibilitó el desarrollo de la industria textil. Las manufacturas del metal propiciaron el desarrollo de la industria moderna y de la aparición de la empresa moderna. Sus aplicaciones en el ámbito de la agricultura, la ganadería y la pesca, propició un aumento de la productividad en las explotaciones. Las manufacturas sacaron productos duraderos, sofisticados y de alta calidad. La venta de estas manufacturas llevó a un resurgir del comercio local, nacional e internacional. La rápida industrialización modernizó el pais, haciéndolo competitivo en los primeros mercados globales que se fueron generando (sobre todo con la "liberalización del mercado internacional" promovida en 1713 con el Tratado de Utrecht).
El movimiento patriótico en general vio este desarrollo agropecuario, industrial y comercial como símbolo del futuro y de prosperidad. Los intelectuales vieron en la industrialización una forma para transformar la sociedad. Al eliminar la vinculación feudal, la necesidad de trabajo se hizo acuciante. Los sectores industrializados o modernizados requerían aun muchos trabajadores para las distintas fases del proceso productivo. Industrializar equivalía a crear empleo, lo cual se intuía a priori, podía servir para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. La industrialización dio vida a las ciudades. El desarrollo urbano dio paso a nuevos sectores punteros como la construcción, el urbanismo, el transporte, los servicios públicos, las infraestructuras esenciales... Todo ello se vio como un signo de modernidad y progreso que contrastaba con el medievalismo del "Antiguo Régimen".
A final de la centuria, el movimiento patriótico se fue diversificando en corrientes de pensamiento diferentes. Con la llegada de Napoleón Bonaparte al poder en Francia (como cónsul vitalicio, 1799-1804) y su caída como emperador (Congreso de Viena, 1815) apareció con fuerza en el continente europeo el concepto de "Nación" que progresivamente engullirá al movimiento patriótico en Europa (En América sobrevivirá) y el "nacionalismo" se difundirá a través de los grandes imperios coloniales europeos del siglo XIX.
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