"Sorolla. Apuntes de Nueva York" (Museo Carmen Thyssen de Málaga)






El pasado domingo, como vengo haciendo recientemente, visité la exposición temporal "Sorolla. Apuntes de Nueva York" en el Museo Carmen Thyssen de Málaga ( http://www.carmenthyssenmalaga.org   ). 

La exposición (del 27 de septiembre 2016, al 8 de enero de 2017 ) trata de una serie de gouaches y dibujos realizados por el pintor Joaquin Sorolla  y Bastida (1863-1923), durante su visita a Nueva York en el año 1911 invitado por la "Hispanic Society of América" con la que había colaborado recientemente..

El artista estaba en la cima de su carrera y en plena madurez vital (48 años).  J. Sorolla muestra en estas obras su genio como artista, pero también su pensamiento y su visión del mundo. Su estado de ánimo se transmite en estas obras. 

En primer lugar me referiré a los gouaches,  en los que experimenta con la luz y con el color de manera como sólo el sabe hacerlo. Se muestra vital y dinámico, activo, ilusionado, abierto a nuevos horizontes. La perspectiva cenital es buena muestra de ello. Desde las alturas contempla el ajetreo de las calesas entrando y saliendo del hotel o muestra circulando por las calles caballos, carruajes, peatones y los primeros automóviles a motor.  Muestra en esta pinturas un vitalismo existencial que mira al futuro, aunque con cierta nostalgia del pasado.

El vitalismo existencial que le llevó a experimentar la realidad circundante con naturalidad, a buscar la luz adecuada para dejar ver la realidad objetiva, muestra en estas obras el pensamiento positivista de la que gozaron los miembros de su generación (la del 98). La búsqueda del realismo a través de la razón práctica, el inconformismo y el anti academicismo se muestra en un estilo muy natural y libre en estas obras pictóricas. Puso luz y color  a sus obras para reflejar un cambio en su propia etapa vital y existencial. Miraba al futuro con ilusión. 

En segundo lugar me detengo a experimentar las sensaciones que me producen estos pequeños dibujos hechos a carboncillo o lápiz sobre el reverso de los menús de restaurantes a los que acudía. Las imágenes nos hablan del amor, el placer, la libertad y la elegancia. La mujer es el centro de su inspiración, la mujer joven, lozana, seductora y algo pícara. Muestra la imagen de la mujer moderna en una ciudad moderna. 

Debió resultarle chocante que las mujeres dejaran ver en público los escotes pronunciados o mas de lo que la decencia permitía en cuestiones de tobillos desnudos para la época. También debieron sorprenderles los arrumacos y las muestras de afecto por parte de los amantes en público. Esas cosas no se veían en España en esa época. Hubieran sido consideradas como un escándalo.  

El reflejo de esos dibujos en los que se mostraban esas "indecencias"   es un canto a la libertad. El erotismo y el libre albedrío en las cosas del amor comenzaba a asomar en España; pese a la censura y a las pláticas amenazadoras desde los púlpitos eclesiales. 

La generación de Sorolla era partidaria de la libertad en estas  cuestiones, por lo que estos dibujos hechos sobre la marcha, respondían al deseo vitalista de libertad y de disfrutar plenamente de la vida por parte del artista. 

Como vemos el vitalismo existencial se combina de forma admirable con la luminosidad de los gouaches y el intimismo libertario de sus dibujos.  Sorolla debió disfrutar mucho con sus viajes a Nueva York. Los de esta exposición corresponden a su último viaje.  Como Lorca cuando fue a Nueva York en 1929, Sorolla debió cambiar mucho tras su experiencia en dicha ciudad. Nueva York era la nueva meca del desarrollo, del progreso y del futuro.  Su sociedad era vista como mucho más avanzada incluso que la londinense o parisina. 

Sorolla como los de su generación muestran claramente el vitalismo del nuevo siglo XX. Las esperanzas y la ilusión por los cambios influyeron en el pensamiento de varias generaciones (1898, 1914 y 1927). 

Recomiendo la visita a esta magnífica y acertada exposición sobre este genial pintor. 



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