6 de diciembre, día de la Constitución



Tal día como hoy los españoles ratificaron la actual Constitución Española con su voto en las urnas.  Con su voto se ponía fin a la dictadura militar que desde 1939 había regido los destinos de España y se abría entonces con mucha ilusión un periodo en el que los españoles habrían de descubrir que era eso de la "monarquía parlamentaria" y del" estado de las autonomías" que rezaba la constitución en su preámbulo.  

Los españoles de "La Transición" esperaban construir un régimen democrático similar a los existentes en Francia, Alemania, Reino Unido y otros países de su entorno.  La ilusión por un futuro próspero en  el seno de la Unión Europea (entonces Comunidad Económica Europea) les generaba ánimos para superar las crisis existenciales y económicas del tardofranquismo.

El espíritu socializador y  libertario, el deseo de ampliar derechos humanos y civiles, el esfuerzo de la reconciliación de las "dos Españas" les animaba a reivindicarlos con mayor o menor ímpetu en todos los ámbitos cotidianos. 

Con la constitución se abría una nueva etapa en la historia de España, un nuevo régimen político y un nuevo orden de cosas. Los propósitos constituyentes se vieron como elementos constructivos y positivos para el conjunto de los españoles. Muchos anhelos y esperanzas se dieron cita en aquel turbulento periodo constituyente (1975-1978).

No todo fue de color de rosa, ni nada fácil acordar las cosas. Los viejos políticos de la guerra veían desmoronarse ante sus ojos todo lo construido en la generación anterior. Una nueva generación de políticos y de españoles pedía paso. La tradición volvía a enfrentarse con la modernidad una vez mas. España es sin duda un país en construcción permanente. 

En estos treinta y ocho largos años de"Democracia" como gusta decir a los políticos y a la prensa, muchas cosas han sucedido.  Gran parte del articulado de la constitución está obsoleto y necesita "entrar en taller" que diría nuestro emérito monarca Juan Carlos I,  Otra parte apenas se ha desarrollado y otra simplemente ya no tiene sentido.  La España de 2016 es diferente a la de 1978 en muchos aspectos. De nuevo una nueva generación pide paso y los viejos políticos de la Transición se resiste a dejar el control del país.  Tradición nuevamente enfrentada a modernidad. España sigue siendo un país en construcción permanente. 

En 1978 los "padres de la constitución" tuvieron que redactarla deprisa y corriendo para evitar la involución  o la vuelta a la dictadura o lo que era mas arriesgado, a un nuevo "derramamiento de sangre" entre españoles.  Con esas prisas  no la redactaron bien y en muchos casos dejaron mucha temática para el debate como por ejemplo: la ambigüedad conceptual entre "nación y nacionalidad". 

Yo pienso que hoy es posible hacer una reforma constitucional de un modo mas pausado y mas reflexivo. Hoy salvo minorías irredentas, la mayoría de la población no aspira a cambiar de régimen político sino a actualizarlo y ampliarlo.  No hay riesgo de ruptura del orden establecido y la guerra o un golpe de estado por el momento dudo mucho que haya alguien que la desee. 

En estas condiciones es posible pactar, negociar, consensuar, dialogar, buscar puntos en común. España necesita avanzar, salir del estancamiento y de las viejas formas de hacer política. La corrupción ha hecho mucho daño, sobre todo al bolsillo de los ciudadanos honrados. Creo que es buen momento para abrir el "melón de la constitución" , es decir: el título VIII (El estado de las autonomías). 

El modelo autonómico trataba de buscar una tercera vía entre el estado centralista y unitario; y el estado federal.  Para muchos españoles significaba avanzar un paso en la descentralización del estado y en la búsqueda de formulas de autogobierno que dieran sentido a las aspiraciones "nacionalistas" de vascos y catalanes. Es decir se buscaba equilibrio y armonía entre el ámbito estatal, el ámbito regional y el local. 

Al igual que el modelo de mancomunidades, se trataba de unir diputaciones provinciales con el fin de mejorar la administración y gestión pública; de acercar las instituciones al ciudadano y de valorar la realidad cotidiana del ciudadano por parte del estado.  El problema vino de las transferencias de competencias y su gestión; provino del tema de las duplicidades institucionales o de la propia financiación autonómica.  

Hay descentralización del Estado y hay descentralización autonómica; así como un modelo irregular de una tercera descentralización local a través de las mancomunidades de municipios y la red de distritos municipales.  Todo ello ha enmarañado y complicado el "Estado de las Autonomías" dando la impresión que el remedio ha sido peor que la enfermedad. Muchos abogan por liquidar el estado de las autonomías  (Mediante la centralización o federación) o liquidar instituciones. (Diputaciones y órganos periféricos del estado coincidentes con otros autonómicos).

La reforma del título VIII ha de hacerse sobre la consideración de España como un estado compuesto, descentralizado y organizado de tal forma que cada elemento del sistema funcione de forma eficiente y al servicio del bien común. 

El  objetivo a mi juicio debería ser la prestación de servicios públicos de calidad a los ciudadanos, al igual que tener una función pública eficiente, Con buenos administradores y buenos gestores públicos. Porque esto es de lo que hay que tratar: el ciudadano es la razón de ser del estado y de las instituciones. Sin ciudadanos no existe conceptualmente un país.  

Si un servicio público ya es ofertado por un ayuntamiento, ese mismo servicio no lo debería prestar ni la comunidad autónoma, ni el estado. La financiación y los recursos del mismo obviamente habría de ir al ayuntamiento que es quien soporta la mayor carga.  Si esto se aplica bien cada ámbito (estatal, Autonómico y local) debería tener las competencias, recursos y financiación adecuada a los servicios que presta al ciudadano.  Para ello habría que reformar el régimen jurídico de las administraciones públicas, estableciendo quien hace que y que necesita para hacerlo. Esto es lo que debería ponerse a debate: como mejorar la vida de los españoles.

Las instituciones deben ponerse al servicio del ciudadano; no el ciudadano al servicio de las instituciones. El político que es alcalde, diputado, consejero, presidente autonómico, ministro o presidente del gobierno está también al servicio del ciudadano; no el ciudadano a su servicio. La soberanía reside en el pueblo (conceptualmente considerado como el conjunto de los ciudadanos de un país) y no en los poderes instituidos.  Los poderes representativos son elegidos por el pueblo y ante ellos (no ante su partido) deben dar cuentas de sus actos.  

Los españoles financiamos con nuestros impuestos las instituciones, las administraciones, los servicios y todo aquello que tenga que ver con el patrimonio común de los españoles.  Corresponde a los políticos y funcionarios,  administrar y gestionar esos fondos aportados por los españoles. Pero también corresponde a los ciudadanos contribuir al sostenimiento de las finanzas públicas. Los jueces deben velar por el cumplimiento de todas las leyes que afecten tanto a instituciones como a ciudadanos y empresas. 

Yo como ciudadano creo que necesitamos poner orden y concierto en España tras años de dictadura oligárquica y caciquil disfrazada de democracia.  Estamos en un buen momento para hacerlo. Hay ganas y espíritu constructivo. 


Felicidades en el día de hoy a todos los demócratas verdaderos de España.










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