España y la revolución 4.0, la gran asignatura pendiente
Desde 2013 el Gobierno de España
viene trabajando en el ámbito de la adaptación (Leyes 39/2015 y 40/2015) de la
vetusta administración pública a la ya conocida como revolución tecnológica
4.0. Con bastante retraso con respecto a
otros países, España comienza a iniciar la transición de un sistema basado en
papel a otro en otro basado en procesos electrónicos. El objetivo final es
lograr la oficina pública sin papeles.
A nivel de la UE se pretende,
además de dar un giro de 360 º a los procedimientos administrativos; se busca
sobre todo cambiar el modelo organizativo de la administración pública. Pienso que ahí está la cuestión y el debate
central.
Uno de los elementos que mejor
definen a esta nueva revolución 4.0 es
la extinción del papel de los intermediarios que trabajan en las organizaciones tanto públicas
como privadas. Hoy la ciudadanía soberana se mueve en un entorno diferente para
obtener aquello que desea o necesita y lo hace de forma directa sin necesidad
de intermediarios. La tecnología existente lo facilita y lo posibilita.
La extinción de intermediarios (conceptual,
no física) crea la pregunta: ¿Qué utilidad puede tener hoy una administración
pública para el ciudadano? Si lo que ofrecía la administración era una intermediación
entre la ciudadanía y el bien común.
¿Son necesarios tantos organismos públicos y una estructura organizativa
mastodóntica como la actual? ¿Se necesitan tantos funcionarios?
La cuestión no es baladí dado que
afecta al interés político, a la economía, al empleo público y a la gobernanza
del país en general. Si la tecnología
actual y las previsiones próximas futuras (desarrollo de la robótica en el
ámbito de la inteligencia artificial) se cumplen, entonces no será necesaria la
administración pública tal y como hoy la entendemos y conocemos. Todas las plazas de los servicios públicos estarán
cubiertas con plantillas robóticas y los procedimientos administrativos se
realizarán – como ya se realiza en algunas administraciones – en un entorno digital
en exclusivo. Tampoco serán necesarias
las oficinas presenciales, dado que la mayoría de los servicios públicos se prestarán
en un entorno virtual, como ya se hace en muchas empresas privadas.
Los próximos 15-20 años se van a
producir en el entorno de la UE jubilaciones masivas de empleados públicos, la
cantera de futuros empleados públicos – son nativos digitales - es menor que la
generada en los últimos años debido al descenso de la natalidad. Es el
momento oportuno para hacer la transición tecnológica en la administración
pública.
Estamos en un momento clave para
entender que necesitamos superar la barrera psicológica de la tradición heredada
del siglo XIX y XX y afrontar el futuro próximo de manera distinta. Si no
queremos quedarnos en el “vagón de cola”
de la revolución 4.0 - como por
desgracia es costumbre en España - el
gobierno español ha “de ponerse las pilas”
para acelerar la transición. Llevamos muchísimo retraso en comparación con
otros países de la UE.
La modernización de la
administración pública no consiste en colocar ordenadores de última generación
en las oficinas públicas (queda bonito en la foto, pero no sirve para nada si
no se usan adecuadamente o no se adaptan al fin para el que fueron adquiridos) o
de hacer páginas web vanguardistas (El hábito no hace al monje). Los políticos deben
entender que no se trata de cambiar un soporte físico (papel) por otro lógico (electrónico/digital);
se trata de cambiar de mentalidad y eliminar los vestigios que aún quedan de la
vetusta administración departamental, jerárquica y procedimental propia del
siglo XIX. Tampoco se soluciona cambiando leyes – que suele ser lo habitual -,
sino cambiando la forma de trabajar y también de organizarse.
Con respecto a los empleados
públicos, el desarrollo de la inteligencia artificial está generando ya robots
capacitados para desempeñar las mismas tareas que un humano en un puesto de
trabajo. Esto supone un reto al que muchos no están dispuestos a aceptar. Para
el interés general, sustituir en un entorno democrático al ciudadano-trabajador
por una maquina robotizada, es importante: reduce costes a la administración
pública y el trabajo desarrollado por el robot seguramente será más eficiente
que el que pueda hacer un humano (en procedimientos normalizados o
estandarizados).
Eliminar el factor humano o
reducirlo a su mínima expresión, puede generar cambios revolucionarios en la
sociedad, en la política, la economía y en la cultura. Muchas organizaciones tradicionales como los
partidos políticos, las asociaciones profesionales/empresariales, los
sindicatos obreros que hasta ahora han estado actuando como intermediarios
entre la ciudadanía y las instituciones públicas, posiblemente desaparecerán
con el tiempo, dado que los ciudadanos no las van a necesitar. Están perdiendo
su razón de ser y eso se refleja en él alto % de abstenciones electorales, la
bajada en la afiliación a un partido político o sindicato, o las bajas
producidas en las asociaciones profesionales y empresariales en los últimos
años.
Fenómenos sociales como el 15 M en
España han puesto de manifiesto la necesidad de cambiar de modelo de país. Las
nuevas generaciones entran en las instituciones pisando fuerte y con vocación
de transformar el país con mayor o peor fortuna. Los cambios operados en el
seno de los partidos tradicionales o “viejos”
en España son también la muestra que las cosas están cambiando en España. Lentamente,
pero cambiando.
Todo ello tiene que ver con los
cambios que se avecinan a nivel global. Recientemente en el G-20 (Hamburgo, 2017) se
ha hablado mucho sobre la cuestión del futuro estatuto del robot trabajador/empleado. El magnate Bill Gates también está trabajando
sobre el asunto, dado que es hoy una realidad global a la cual ningún gobierno
puede quedar ajeno.
Muchos temen que la robotización
del empleo público/privado pueda generar caos en el ámbito social. Millones de trabajadores
no tendrán trabajo, porque sencillamente no será necesario que trabajen, porque
ya lo harán los robots.
En una sociedad posindustrial como
en la que hemos vivido desde 1945, que ahora
vaya a haber millones de personas sin saber qué hacer - porque desde la
infancia se les enseñó el valor del trabajo, la necesidad de tener un trabajo
para vivir y progresar en la vida - se plantea a nivel global como un problema
de grandes dimensiones para los gobiernos actuales. No están aun preparados para esta
contingencia. Ya tener “ninis” es un
problema grave en muchas sociedades desarrolladas; cabe imaginar lo que será
cuando todas las personas en edad de trabajar sean “ninis”.
Entramos así en una nueva dinámica
que afecta a la educación y a la cultura.
Afecta también al modo de vida futuro y al uso del tiempo por parte de
la ciudadanía. ¿Si no trabajan de que van a vivir? Esa es la clave de las
discusiones actuales.
La mayoría de los que siguen a
Gates opinan que el robot sea equiparado al humano, es decir que cobre un
sueldo y pague impuestos. Los
beneficiarios de estos sueldos e impuestos han de ser necesariamente los
ciudadanos. Bill Gates opina que con este capital se pague una “renta básica” a cada ciudadano para que
éste pueda vivir dignamente.
Algunos consideran que esta “renta básica” generaría a corto plazo un
sistema comunista clásico; algo por lo que muchos políticos liberales y
neoliberales no están dispuestos a pasar.
Sin embargo Gates lo que plantea es crear definitivamente un verdadero “estado del bienestar”, liberando al ciudadano de la “esclavitud” de tener que trabajar y permitiéndole
al ciudadano hacer otras actividades más creativas, con mayor empatía y comprensión
humana. Eso no quita que el trabajador
humano liberado pueda hacer otras actividades remuneradas. Es libre de hacerlo,
si así lo desea (diferencia con el comunismo). Pero deja de ser ese trabajo una
obligación para obtener su sustento (el cual ya lo tendrá asegurado con la
renta básica).
Por otro lado al “liberar” al trabajador humano del
esfuerzo físico y mental, va a tener
consecuencias muy positivas a nivel de salud.
El control energético y de contaminantes en los procesos
productivos reducirá la contaminación a
corto o medio plazo (Acuerdos de París) mejorando la calidad del aire y de los alimentos,
al tiempo que frenará el cambio climático (si EEUU, con todos mis respetos,
deja de enredar con el carbón). La salud y la alimentación humana, sin duda
será uno de los campos que más se va a desarrollar en los próximos años.
Visto globalmente, la revolución
4.0 puede tener efectos muy positivos a corto o medio plazo en el desarrollo de
un país o región, si se lleva a cabo de manera correcta. Va a permitir a su
ciudadanía ahondar en el desarrollo de la democracia y del bienestar, del bien
común y en definitiva de la paz que tanto se ansía. Al desaparecer el trabajo
humano, posiblemente desaparecerá la competencia y en consecuencia los
conflictos vinculados al trabajo dejarán de tener sentido. La renta básica
permitirá reducir las desigualdades sociales y mejorar la convivencia entre
seres humanos. Los gobiernos se
organizarán y gestionarán de manera más eficiente. Los sectores con necesidades especiales serán
ahora atendidos por estos nuevos “desempleados”
según afirma Bill Gates.
A la larga, la integración de los
gobiernos en el nuevo entorno será más efectiva y útil que si se opone con
argumentos apocalípticos a la vieja usanza como muchos hoy – entre ellos el actual
de España – lo siguen manifestando.
No se entiende por qué no se
apuesta por el cambio en España. Se habla mucho de innovación a nivel político;
pero se innova realmente poco o nada en España – somos el país con menos
patentes propias o trabajos originales en el conjunto de la UE - porque los mecanismos disponibles para innovar,
altamente institucionalizados y burocratizados, son por lo general hostiles a los expertos que
desean innovar. Muchos investigadores con un gran talento han huido de España y ahora trabajan
para potencias económicas globales. Es un activo perdido - en el que se ha invertido mucho dinero en su
formación - para el desarrollo de nuestro país. Las consecuencias se verán a
corto plazo.
Tenemos la tecnología y la voluntad
de muchos profesionales de alta cualificación en la materia; contamos con el
apoyo de la UE y de la mayoría de las empresas. La mayor parte de la sociedad española
ya vive, trabaja, se forma y se divierte en el nuevo entorno tecnológico. Es cuestión en definitiva de voluntad política
y de tener sobre todo sentido de estado. Algo que, por desgracia, brilla por su
ausencia en la clase política actual. Bill Gates afirma que no hay que tenerle
miedo a la innovación (ni a ser creativos, ni a pagar impuestos, ni a invertir).
“Con esa mano de obra disponible, hagamos un mejor trabajo para ayudar a
los ancianos, tengamos salones de clase más pequeños, ayudemos a los niños con
necesidades especiales. Ya sabes, todas
esas cosas en las que la empatía y la comprensión humana siguen siendo únicas;
y en las que aún tenemos una inmensa carencia de gente disponible para
ayudar" (Bill Gates)
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