Chema, brindamos en tu honor




Ayer  nos dejó un gran amigo, José María Martín Alafont,  Chema para los amigos y fans, Pepe para la familia.

Hace ya algunos años que lo conocí por vez primera, me lo presentó un común amigo y desde entonces hemos mantenido una gran amistad. Intelectual, culto, educado, dandi, elegante y ante todo el “último gran caballero español” (en el buen sentido) a juicio de algunos amigos.

Para mí y para muchos amigos lo atractivo (salvando su característico bigote) de Chema era su conversación. Era una delicia escucharlo y hablar de todo tipo de cuestiones con él, tenía conversación para todos los gustos y públicos.  Su respeto al interlocutor era tal que no recuerdo ninguna discusión con él, a lo sumo, sano debate. Tenía como todos, sus ideas y preferencias;  pero aceptaba que otros pensaran o actuaran de manera diferente.  Lo importante para Chema era hablar y escuchar, mantener una conversación sana y agradable con buenos amigos, sin importar la procedencia, edad, sexo o filiación de éstos.

Echevarría se había convertido en los últimos años en su espacio vital preferido. En este microcosmos a medio camino entre Pedregalejo y el Palo, Chema era una institución social.  Era una persona muy conocida, de tal forma que tenía toda una legión de fans que le buscaba y seguía para disfrutar de su amistad.

Por donde pasaba, se detenía y abría una tertulia, a modo de rosario abría y en ocasiones cerraba la vida vespertina y nocturna de Echevarría. A veces con un traje de tweed espléndido, a veces más de calle informal, pero siempre con ese toque de elegancia que le daba un complemento especial: su característico e inseparable sombrero Panamá y a veces también aparecía con su periódico doblado por la zona de crucigramas bajo el brazo, a los cuales era un gran aficionado.

Era frecuente verlo con su maestro y amigo intimo René van Den Berghe (alias “Erik el Belga”) tomándose en animada conversación un cava espumoso.  En algunas de estas tertulias he tenido el placer de compartir conversación con ellos y con otros amigos comunes.  Tertulias sana, divertida, animada, culta y entrañable. Sin duda echaré de menos su compañía, su cultura, su amistad y su persona. Era una magnifica persona, muy humana y atenta a las injusticias. Creo que no soy el único que piensa así.

Félix, su hermano y tocayo, me decía ayer en su responso que su hermano Chema le había dicho que allí donde fuera aun no tendría un domicilio fijo; así que cuando  nos toque ir al más allá, nos aconseja que preguntemos por su domicilio en el bar más cercano, porque o bien estará allí o bien sabrán de él con seguridad.  El sentido del humor, incluso sabedor que le quedaba poco tiempo de vida en este mundo, nunca dejó de tenerlo. Contaba muchas historias divertidas y tenía un gran sentido del humor.  Genio y figura, hasta en la sepultura. Nunca mejor dicho. 

De hecho brindamos con cava tras el responso familiar y de amigos allí congregados como él quería que hiciéramos.  Sinceramente me parece que es el mejor responso al que he asistido.

La tristeza por el luto, sin duda, permanece imborrable en sus familiares y amigos; pero la alegría de la vida que el transmitía cada día, es para los vivos una motivación para disfrutar a tope nuestro paso por este mundo. Él era un hombre libre y en libertad supo vivir plenamente. Hizo lo que le dio la real gana y murió, o mejor transitó a una nueva vida, como había vivido: con alegría, paz y amor, mucho amor.

Chema espéranos en ese bar celestial,  que cuando nos toque ir allí, en ese bar nos encontraremos y reuniremos todos de nuevo para conversar y para disfrutar de un buen cava por toda la eternidad hasta pillar un buen “pedal”. Disfruta donde estés, como lo hiciste en este mundo. Vive intensamente y se feliz allí donde te encuentres.

Tu familia, Carmen, tus amigos y fans no te olvidan….


Un abrazo de tu buen amigo, 

Felisorro.

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