En defensa del patrimonio cultural malagueño
Fte, La Opinión de Málaga
En los últimos tiempos Málaga ha
sufrido una oleada de destrucción masiva de bienes culturales con el visto
bueno de las autoridades competentes. Primero fue “La Mundial”, después “Villa
Maya”, después el “fuerte de San lorenzo”, ahora el barrio Al-Tabbanín ¿Qué
será después? Urge por tanto apostar por una respuesta ciudadana en defensa del
patrimonio cultural malagueño.
El artículo 44.1. de la
Constitución Española de 1978 reza lo siguiente “Los poderes públicos promoverán
y TUTELARAN el acceso a la cultura, a la QUE TODOS tienen derecho”. Este artículo
se desarrolla en la Ley de Patrimonio Histórico a nivel estatal y en las leyes
autonómicas de protección de los bienes culturales.
La tutela efectiva del estado y
de las comunidades autónomas (a las que hayan sido transferidas las
competencias en materia de cultura) ha de manifestarse, sería aconsejable que
así fuera, en los siguientes términos:
a) el Estado (y CC. AA) no es el
propietario de los bienes, es tan solo su CUSTODIO. Es la ciudadanía en el
ejercicio de su soberanía, quien se erige en la propietaria de dichos bienes. Las
Administraciones deben tener actualizado sus inventarios y catálogos de bienes
culturales para asegurar su protección ante posibles agentes dañinos.
b) el Estado (y CC. AA) debe
administrar y gestionar dichos bienes en nombre y representación de la
ciudadanía, para su acceso, uso y disfrute del común de los ciudadanos como
reza la constitución española.
c) el Estado (y CC. AA) debe
vigilar y defender el patrimonio cultural que custodia. Debe también proteger
estos bienes adoptando las medidas necesarias para preservar los bienes
culturales.
d) el Estado (y CC. AA) debe proveer
a las distintas administraciones (incluyendo a los ayuntamientos) de recursos
suficientes para mantener y conservar los bienes culturales, dando prioridad a
aquellos bienes susceptibles de deterioro, alteración, modificaciones o de
posible destrucción.
e) El Estado (y CC. AA) debe
promover la idea general que el patrimonio cultural es parte de la identidad propia
de un lugar, una riqueza que es de todos los ciudadanos/as y que en
consecuencia no se debe privar al ciudadano/a de la misma. La cultura es
fundamental para crear sociedad, para crear comunidad, para crear vínculos y
para la transmisión del conocimiento de nuestra cultura a las siguientes
generaciones. Se debe promover el amor por la cultura a todos los niveles.
f) la cultura tampoco es
propiedad de los partidos políticos ni propio de una ideología concreta. La cultura
es de todos. La política debería quedar al margen y dejar que sean los técnicos
y profesionales público/privados quienes se ocupen de ella.
Cuando en la actualidad los ayuntamientos (primera línea de la administración) se encuentra en el curso de una obra (como por ejemplo la del metro de Málaga) con tres yacimientos arqueológicos de primer orden (Muralla nazarí y puerto moderno en la plaza de la marina; fuerte de San Lorenzo en la Alameda y el barrio Al Attabanin en la avenida de Andalucía) se debate en que hacer a continuación ¿Salvar los restos arqueológicos o continuar la obra millonaria?
El debate sobre conservar o modernizar
es tan antiguo como la historia. Cada civilización ha construido sobre las
cenizas de la anterior. Málaga es como
un hojaldre, cada capa representa una Málaga distinta: Íbera, fenicia, romana,
bizantina, visigoda, andalusí, castellana, española…. Hasta la capa superficial
que es la Málaga del presente, sobre la cual ya se está empezando a construir
una nueva capa, la Málaga del futuro.
Evidentemente a nadie se le
escapa la divergencia entre los intereses creados. Para los promotores del Metro
la obra que se ha reanudado debería continuar hasta su conclusión para no
perder mas tiempo y dinero. Para los políticos la obra del metro es más
rentable electoralmente que la conservación del barrio andalusí. Para los
defensores del patrimonio (entre los que me incluyo) la prioridad es poner en
valor el nuevo yacimiento para facilitar su acceso, uso y disfrute por todos
los malagueños/as y turistas.
La cuestión que nos atañe radica
en una mala praxis en la planificación del metro y del urbanismo
malagueño. Desde el mundo universitario
y de los arqueólogos, se advertía desde hace años que en la zona de El Corte
Inglés - Armengual de la Mota había posibilidad de encontrar restos arqueológicos
del barrio andalusí Al-Attabanin, el único arrabal amurallado situado extramuros
de Málaga. Sabiendo esto, lo lógico en cualquier administración contemporánea
avanzada, hubiera sido trazar el metro por otro lugar que no dañara estos
restos que se sabía que podían aparecer en el subsuelo. Pero esto obviamente no
se ha hecho y por ello se merecen una reprimenda ciudadana hacia las
administraciones por no estar a la altura de las circunstancias y ser
ineficientes.
El divorcio entre universidad y administración
es constante. Los arqueólogos trazan zonas donde cualquier excavación puede
arrojar nuevos restos para la historia. Y esta zona era un área especialmente
caliente. Málaga es un territorio altamente arqueológico y las administraciones
deberían tenerlo en cuenta a la hora de planificar.
Es probable que las
construcciones de los años 70 y 80 en la antigua “prolongación de la Alameda”
hubieran salido restos del mismo barrio aludido, sin embargo, lo habitual en la
época era mirar para otro lado y no revelar la existencia de restos para poder
destruirlos con nocturnidad y alevosía.
Las leyes de protección dejan
poco margen para su defensa. Una gran parte de los edificios históricos de
Málaga, o zonas que pueden ser arqueológicas, no están debidamente protegidos. Conservar
la fachada (vease el palacio del Marqués de Sonora en calle Granada) no es la solución más adecuada, es una forma de enmascarar y “blanquear”
un atentado contra un bien cultural.
El catálogo BIC no está actualizado,
en los órganos administrativos falta personal especializado en gestión cultural,
arqueólogos e historiadores que alerten sobre posibles daños al patrimonio. Las
administraciones sin competencias actúan casi siempre sin recursos y las que
tienen competencias actúan al arbitrio de los intereses creados, priorizando el
interés electoral, económico y empresarial a la hora de decidir cómo actuar y
en donde actuar.
Integrar en las nuevas
construcciones los restos es posible desde el punto de vista técnico. En Málaga
hay ejemplos interesantes al respecto (Subsuelo del hotel Vincci del pasillo de
Santa Isabel). Poner en valor zonas arqueológicas
también (Restos visibles de la muralla castellana en calle carretería, señalización
en el firme del suelo por donde iban las murallas de la ciudad medieval). Pero
cuando surge el ejemplo del barrio andalusí, no se actúa adecuadamente por
parte de las administraciones.
La razón y la sensatez impone crear
un pequeño parque arqueológico en pleno centro de la ciudad. El metro podría
desviarse hacia otro lugar o ponerlo a modo de tranvía por la superficie no afectada
por los restos arqueológicos. Pienso que también habrá soluciones técnicas al
respecto (además de resultar más barato de hacer que el metro soterrado).
En España tenemos que empezar por
cambiar nuestra mentalidad y en la medida de lo posible adoptar criterios
europeos en la conservación y preservación de la cultura. Tenemos que empezar a
buscar el equilibrio entre preservar la cultura y modernizar las ciudades de
manera integrada e integral.
En Málaga aún nos queda
mucho por hacer. Animo a los malagueños/as a denunciar y condenar los atentados
contra el patrimonio cultural, es nuestro derecho y nuestra obligación como
ciudadanos/as. Animo a las autoridades a cumplir con el mandato constitucional
y legal para preservar el legado cultural de nuestra ciudad. La cultura ha de
ser prioritaria frente a la economía u otros intereses.
“El patrimonio cultural en su más amplio sentido es a la vez
un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos
que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las
generaciones futuras para su beneficio. Es importante reconocer que abarca no
sólo el patrimonio material, sino también el patrimonio natural e inmaterial.
Como se señala en Nuestra diversidad creativa, esos recursos son una “riqueza
frágil”, y como tal requieren políticas y modelos de desarrollo que preserven y
respeten su diversidad y su singularidad, ya que una vez perdidos no son
recuperables.” (UNESCO. Definición
de Patrimonio cultural)
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