8 de abril día internacional del pueblo gitano
Ayer se celebró en todo el mundo
el día internacional del pueblo o etnia gitana o romaní. En España fueron escasas las noticias y estas
tuvieron poca o ninguna relevancia en los medios de comunicación. Por ello
quiero desde estas líneas contribuir a su conocimiento y valoración.
Como descendiente directo del
industrial y Senador del Reino, Manuel Agustín Heredia Martínez (1786-1846)
creo que debo dedicar algunas líneas al respecto. Manuel Agustín trabajó intensamente con la comunidad gitana
de Málaga valorando el magnífico trabajo de herrería que esta comunidad
desarrollaba en esta época. Manuel Agustín le dio trabajo a estos especialistas gitanos (Se
dice que la mayor parte de su plantilla estaba compuesta por gitanos), le dio vivienda para sus familias (Barrio de El
Bulto) e incluso su apellido (Origen del
apellido Heredia en el pueblo gitano), algo extraordinario si tenemos en cuenta
que vivió en una época de exclusión y persecución legal contra las comunidades gitanas españolas.
El pueblo gitano forma parte hoy de
la ciudadanía española y en la actualidad, salvo excepciones, están
completamente integrados en la sociedad española. Hoy hay gitanos que son médicos, abogados,
ingenieros, funcionarios y hasta incluso guardias civiles. El acceso a la escolaridad, estudios
secundarios y universidad es el mismo que para cualquier otro español. Como todos los españoles pagan sus impuestos,
hipotecas y demás obligaciones inherentes a la ciudadanía española. También
tienen los mismos derechos y libertades que cualquier otro ciudadano español. También
sufren la crisis y el desempleo como muchos españoles.
Pero como pueblo mantienen
intactos sus elementos de identidad, transmitidos oralmente de generación en
generación. La cultura gitana es muy
rica y ha influido a lo largo de la historia en la cultura europea y
española.
Sus orígenes son variados, aunque
la mayor parte de los especialistas apuntan a un origen ubicado entre la India
y África Oriental. Un pueblo tribal y
nómada que recorría las principales rutas
internacionales hacia Asia, Europa y África. En cada lugar se dedicaron a oficios diversos
y al no estar asentados fueron incorporando a su cultura elementos de otras
culturas. Este mestizaje - propio de las culturas nómadas - dio como resultado una identidad
propia: Vestuario tradicional, patriarcado social, ritos ancestrales, estética
artística, música y danza híbrida, gastronomía de fusión mediterránea o el sincretismo religioso que le es
característico.
Siguiendo las rutas históricas es
probable que una rama se desviase tempranamente hacia Egipto y norte de África,
adoptando la cultura beduina y copta. Hacia el norte debieron llegar a la
confluencia de caminos que los encaminaban hacia las estepas rusas y Cáucaso (ruta
de la seda); otros caminos los llevarían hacia los Balcanes a través de
Anatolia y otros hacia la costa sirio-palestina confluyente con las rutas de
Egipto.
Desde los Balcanes seguirían las
rutas europeas: la ruta centro europea y la mediterránea. La ruta
centro europea seguía el curso del Danubio por las estribaciones alpinas
septentrionales y la mediterránea por el Valle del Po en dirección a la Costa
Azul. De la Costa Azul y de la
confluencia del Danubio con el Rhin se
internarían en Francia, Países Bajos y llegarían hasta las Islas Británicas. Por el sur, Se internarían en la Península
Ibérica por la región de Cataluña, levante y descendiendo hasta el Valle del
Guadalquivir e internándose en Andalucía.
En todos estos lugares y a lo
largo de su historia fueron asentándose o adquiriendo un carácter semi - nómada
entre el siglo XVI-XVIII. La literatura picaresca y cervantina del Siglo de Oro dio buena
muestra de su presencia en España en estos siglos. A partir del siglo XVI y XVII la política estatal
adoptó una postura de reducciones de estas poblaciones gitanas obligándolas por
ley a asentarse y a someterse a la autoridad castellana local pública, salvo
pena de cárcel o de represión mayor. Como a los indígenas americanos, a los
moriscos andalusíes o a los conversos sefardíes se les trató como una minoría
que había que controlar, castellanizar y cristianizar. La anulación de su
cultura e identidad era un requisito
ineludible si querían conservar su vida y bienes.
A partir del siglo XVIII se
incrementaron las penas contra los gitanos, el fin de esta política segregacionista
era evitar su proliferación y aumento de comunidades en España. Las Reales Pragmáticas (Reales Decretos) advertían sobre esta cuestión a las
autoridades locales. La gitanofobia de esta época tenía mucho que ver con los
estereotipos y tópicos que la literatura castellana había divulgado en consonancia con
el racismo imperante. En realidad las poblaciones gitanas asentadas estaban
intentando integrarse en la sociedad castellana, sin perder por ello sus señas
de identidad como pueblo.
Curiosamente es en esta época
cuando el aumento de viajeros extranjeros llegaba a la exótica España en viajes
de placer o de negocios. Buscaban la
esencia de la cultura española, ampliamente descrita por otros viajeros. La característica principal que veían era la
cultura tradicional rural castellana, la villanía de los bandoleros y maleantes
en las ventas de los caminos y algo que para ellos era definitorio del carácter
español: la alegría mostrada en las
fiestas españolas, donde no faltaba el flamenco y el cante hondo, especialmente
apreciado era el interpretado por gitanos y gitanas. Se veía como el cante y la danza más autentica
de los españoles.
El pueblo gitano fue el primer
gran divulgador de la “Marca España” ante los turistas extranjeros
durante el siglo XVIII, XIX, XX e incluso en la actualidad. A España se le
conoce internacionalmente por el vino, la mujer gitana, el toreo y el flamenco.
Los gitanos fueron los que mas hicieron
por atraer el turismo, considerado como la industria nacional, a España. A ellos les debemos el éxito del
turismo español en el extranjero.
A nivel internacional en 1971 se
celebró en Londres una gran conferencia internacional con el objetivo de unir a
todas las comunidades gitanas de todo el mundo y luchar por su reconocimiento
como pueblo o etnia con características identitarias propias. Un gitano es gitano, pero también ciudadano y
como tal, le asiste el derecho en sociedades democráticas. Corresponde a los
estados garantizar esos derechos en igualdad a las poblaciones no gitanas.
Los tópicos aun permanecen en la
sociedad actual. El racismo sigue siendo un elemento distorsionador de la
realidad y la xenofobia quiebra la convivencia.
Desde las organizaciones gitanas o romaníes se está trabajando para acabar con
la lacra del racismo y la xenofobia presentando a la sociedad no gitana la
verdadera cultura gitana y su actual forma de vivir en la sociedad actual.
Es cierto que en algunas
ocasiones son gitanos individuales o pequeños grupos marginales los que aún
refuerzan los tópicos por su comportamiento social. Dan mala imagen los gitanos
que practican el delito, trafican con drogas o roban indiscriminadamente. Contra
estos también luchan las organizaciones gitanas.
Aun queda mucho por hacer para
acabar con los tópicos. Cabría pedir al futuro gobierno una mayor implicación
en la lucha contra el racismo y la xenofobia contra las comunidades romaníes de
España. De la misma forma que en los últimos tiempos se ha apostado por el
reconocimiento a los sefardíes españoles
o anteriormente a los andalusíes españoles. Creo que el siguiente paso
es el reconocimiento de la cultura romaní o gitana española. Se está en el camino y el siguiente paso es
una mayor colaboración de las instituciones públicas en esta tarea.
Pero también hay que cambiar la
actitud de los españoles no gitanos hacia los tópicos gitanos. Los medios de comunicación son esenciales en
este objetivo. La juventud gitana, claramente englobada en la sociedad, nativa
tecnológica y con orgullo español, sin perder por ello su identidad; debe dar
el primer paso en las redes sociales y en los ambientes juveniles de los que
forman parte para cambiar la perspectiva de la cultura gitana.
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