Día de las fuerzas armadas españolas
El próximo domingo se celebrará
una vez más el desfile conmemorativo del día de las Fuerzas Armadas Españolas.
Para los que somos gente
pacífica, que no deseamos la guerra ni el conflicto armado, tener un ejército es un testimonio permanente
por el cual acreditamos el fracaso de la diplomacia y de la paz.
¿Es necesario tener un ejército?
El argumento básico que se
esgrime va en línea con la defensa efectiva de los derechos ciudadanos
consagrados en nuestro ordenamiento jurídico y en el contexto de nuestros
compromisos internacionales por mantener la paz en nuestro entorno. Es deber,
por tanto, de las autoridades y legisladores garantizar dichos derechos y
compromisos. A tal fin se disponen de los créditos necesarios, procedentes de
los Presupuestos Generales del Estado, para el buen funcionamiento de la estructura
militar de la defensa nacional.
Nuestro ejército ha pasado por múltiples
cambios a lo largo de su historia. En un primer momento eran efectivos privados
al servicio de la corona, la nobleza e iglesia. Después aparecieron las
milicias urbanas y los cuerpos militares rurales. Con el tiempo se fueron forjando los llamados
“Tercios” que constituyeron las primeras unidades gubernamentales
comunes a todo el territorio nacional. Después desaparecieron los privados y
las milicias. Con el tiempo el ejército
creó toda una estructura organizativa que dio paso al ejército moderno,
antecedente del actual ejército.
En la Constitución de 1978 se
decidió dejar el mando de la defensa
nacional al Gobierno de la Nación, quedando el mando de las operaciones
militares en el seno de la actual Junta del Estado Mayor y de la Defensa
(JEMAD), máximo órgano castrense en España y de S. M. El rey como Capitán
General de las Fuerzas Armadas Españolas, máxima autoridad militar en España.
El objetivo de defensa es
preservar la paz y la seguridad de los españoles tanto en el territorio
nacional, como en otros países donde las Fuerzas Armadas Españolas realizan
misiones especiales por encargo de las organizaciones internacionales. Nuestra labor allí va más encaminada a
garantizar la protección humanitaria de los ciudadanos que al combate
propiamente dicho.
Hasta la aparición del terrorismo
internacional, las fuerzas armadas en Europa se entrenaban para una guerra convencional
siguiendo la inercia de las relaciones internacionales desarrolladas durante la
Guerra Fría. Había que asegurar las
fronteras ante ataques exteriores de otras potencias – estados.
Con la llegada del Terrorismo
internacional las fuerzas armadas en Europa han tenido que desarrollar nuevas
estrategias y métodos para combatir a estas organizaciones. Estas no respetan
las leyes de la guerra (Convención de Ginebra) porque no son estados firmantes de tratados
internacionales. Esto dificulta por una parte la diplomacia y por otra la forma
de combatirlos. Es un nuevo tipo de
guerra que rompe los esquemas convencionales.
Países como Islandia, Suiza y
otros países han decidido vivir sin ejército. Los partidarios del ejército
podrían argumentar que arriesgan a ser invadidos o atacados por una potencia
exterior. Sin embargo ellos han hecho
una opción preferente por la paz, el diálogo y la diplomacia. Han considerado
que el riesgo no es malo, es una oportunidad para la paz. Dejan de temer y de
vivir con miedo a un presunto ataque exterior.
Al dejar de tener miedo, sus relaciones
internas y externas se vuelven pacíficas.
El caso de Suiza es claro. Podría haber sido invadida
muchas veces a lo largo de su historia por alemanes, franceses, austriacos o italianos, sin embargo en la mayoría de las
guerras continentales, Suiza se mantuvo siempre neutral y no beligerante en
todo momento. Y lo más curioso, fue respetado incluso por aquellos regímenes
totalitarios que no respetaban la legalidad internacional.
España es un país fronterizo de
la Unión Europea, puente occidental entre Europa y África, lugar de
migraciones Norte – Sur y Sur – Norte.
Un lugar de paso por el que muchas culturas traen consigo sus ideas y
costumbres y algunas de ellas se queda en España. España siempre ha sido un país abierto a otras
culturas. Es puente también con el mundo árabe
y judío.
Es respetado en todo el mundo por esa
convivencia relativamente pacífica entre las “tres culturas”
mayoritarias en el Mediterráneo. Siempre ha tenido un sentido humanitario y de
cooperación internacional. Siempre ha abogado por políticas de bienestar social
en España. Este sentido humanitario
obliga más que nunca a replantearse el debate sobre la necesidad de tener un
ejército.
Es cierto que no tenemos enemigos
estado al modo convencional, tanto Francia como Marruecos – nuestros históricos
enemigos – son hoy fuertes aliados y amigos de España. En este sentido el ejército
sería innecesario. Ninguna potencia nos va a invadir hoy. Ni tampoco tenemos afán
por incrementar nuestro territorio a
costa de otro país.
Existen territorios en disputa con
otros países como: Gibraltar u Olivenza. También está la reivindicación
histórica de Marruecos sobre Ceuta y Melilla o la española sobre el Sahara
Occidental ocupado por Marruecos. Pero estos
temas están siendo tratados por vía diplomática en un ambiente exclusivamente político
y pacífico.
Las guerras de hoy son fundamentalmente económicas, y lo que se está
dirimiendo en Siria es el comercio de la energía a escala mundial. La Cumbre de París ha hecho una valiente
apuesta por la energía renovable frente a los combustibles fósiles. El precio del petróleo ha bajado a sus
límites históricos y grandes potencias petrolíferas como Arabia Saudí, Brasil o
Venezuela han sufrido brutalmente las consecuencias del pinchazo de la burbuja
petrolífera.
El monocultivo del petróleo ha
hundido sus economías. Estados Unidos,
Irán y Rusia son ahora las grandes potencias en combustibles fósiles, ello
implica un nuevo reparto de poder. La Guerra de Siria es el pulso entre grandes
potencias y el terrorismo yihadista su brazo ejecutor. La Guerra de Siria es un gran negocio
para las superpotencias y para el terrorismo yihadista. Los granes derrotados Europa, China y los
países emergentes que han apostado decididamente por las energías
renovables.
Por ello tener ejércitos es algo
innecesario porque los conflictos económicos se pueden resolver por vía
diplomática o política sin necesidad de coger las armas y empezar a pegar
tiros. Para eso están los tratados y el
arbitraje internacional. Hoy más que nunca habría que reforzar el papel de la
ONU y de los estados para contrarrestar a estos bandoleros de guante blanco que
tratan de hacer negocios con el sufrimiento de la gente.
La defensa de los derechos de los
ciudadanos ha de venir por vías pacíficas y políticas. Los ejércitos convencionales son inútiles en
el mundo actual. Hoy es la sociedad en su conjunto la que debe elegir buenos
gobernantes y legisladores por vías democráticas. Estos han de poner coto a la avaricia de los
grandes magnates internacionales. La
economía no debe sustituir a la decencia, al bienestar social, a la justicia
social, al estado de derecho, a los derechos humanos y cívicos. Consiguiendo este
objetivo exterminaremos la guerra en el mundo.
¿Debemos pues celebrar el domingo
el día de las fuerzas armadas? La respuesta es: si y no.
Comencemos por el no: La parte
humanitaria del ejército, que es ampliamente reconocida y aplaudida por el gran
público, podría ponerse bajo
jurisdicción civil a través de la AECI transfiriendo los recursos del
Ministerio de Defensa al ministerio de Exteriores de quien depende la agencia. Bastaría
simplemente un Real Decreto.
Las cuestiones operativas de
estrategia y servicios de inteligencia podrían transferirse de Defensa al CNI
que depende del Ministerio de la Presidencia. De esta forma el Ministerio de Defensa
podría suprimirse sin que por ello se pusiera en peligro la defensa efectiva de
España. De esta forma también España se ahorraría costear un ministerio y un
ejército. Al no tener ejército, el gasto militar se reduciría a 0 por lo que se
podría usar ese crédito para otros servicios públicos.
Efectivamente alguno puede decir
que pueden atacarnos los yihadistas o que a Marruecos se le crucen los cables y
trate de aprovechar la ausencia de ejército para invadir Ceuta y Melilla. En el primer caso existe un programa
internacional de lucha contra el terrorismo, del cual España forma parte
integrante. Formamos parte de la Unión
Europea, de la ONU y de la OTAN, si nos atacaran, las fuerzas armadas
internacionales intervendrían con el visto bueno de España en su defensa. Así
está establecido en los tratados internacionales y en la legislación internacional
aplicable.
En el segundo caso es improbable
debido a los intereses que Marruecos tiene tanto en España como en Europa en el
ámbito comercial y financiero. Marruecos
es estado asociado a la UE por lo que un virtual ataque a las plazas españolas
es un ataque a Europa y por tanto podría perder su privilegiado estatus
comercial con la UE. Por otra parte el rey
de Marruecos forma parte del islam que
combate al yihadismo, por lo que se
alinearía con las tesis internacionales y no con el terrorismo.
Me gustaría que celebráramos el
día de la paz y la concordia en el cual desfilaran representantes de todas las
organizaciones y asociaciones humanitarias españolas. Que fuera un día festivo
de alcance nacional.
Obviamente esto es una simple
opinión y un desiderátum. La lógica de las armas no siempre coincide con la lógica
de la paz. Las guerras siguen siendo un
gran negocio y los intereses que genera son inquebrantables por desgracia. Creo no obstante que si vamos generando una
cultura de la paz y la concordia desde la base social, incluso en países en
guerra, lograremos algo muy importante:
arrinconar a los violentos, detenerlos, juzgarlos y sentenciarlos conforme a la
legalidad internacional y en tribunales independientes internacionales. Eliminando
a los violentos eliminamos la necesidad de ejércitos.
En fin, que cada cual
celebre lo que quiera celebrar. Para eso estamos en democracia.
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