Estado de "La guerra contra el terrorismo"
El
5 de junio de 2014 una facción radicalizada de iraquíes suníes favorables a la
reinstauración del régimen baasista del derrocado y ejecutado Saddam Hussein comenzó
a organizarse en un movimiento al principio político de oposición al régimen iraquí
instaurado por Estados Unidos y la comunidad internacional; pero al
radicalizarse, se convirtió en un movimiento paramilitar de corte terrorista. A este movimiento lo denominaron inicialmente “Estado
Islámico” dado que adoptaron en su argumentación las doctrinas salafistas yihadistas
que fomentaba la reinstauración de un nuevo califato en la región.
Hay
que decir que esta organización terrorista era originalmente minoritaria. Sin embargo al hacer un llamamiento a la “yihad”
a todos los musulmanes provocó un fenómeno de masas que amplió su base social,
no solo en la región; sino a escala global.
Este llamamiento “yihadista” no fue hecho por imanes musulmanes reconocidos
y tampoco se ajustaba a la Sharía musulmana. La transversalidad
religiosa estaba en la base de su argumentario, dado que admiten a todos los
fieles musulmanes sin distinción.
El
Islam, al igual que el judaísmo o el cristianismo no es homogéneo, existen
multitud de entidades y organizaciones cuyos miembros y comunidades tienen
formas de vivir su fe de manera distinta. Las corrientes teológicas musulmanas
suelen diferenciar entre Suníes y Chíies, las dos corrientes mayoritarias. Dentro de ellas hay infinidad de escuelas. Pero
también hay otras corrientes minoritarias dentro del islam: yariyíes, los
sufís, y multitud de sectas, entre las que se encuentra el Salafismo
en sus dos escuelas: la Yihadista y la estrictamente teológica.
La
geopolítica del “ISIS, DAESH, ESTADO ISLAMICO”
no se circunscribe a Siria e Iraq, tiene ramificaciones en otros
lugares.
La
aparición del Daesh en Iraq en 2014 movilizó a la minoría kurda a exigir la
autonomía del Kurdistán iraquí. Poco antes se habían descubierto nuevas bolsas
petrolíferas en Mosul y Kirkuk. Por el sur los chiís alentados por el régimen
de Irán trataban de hacerse con gran parte de la zona petrolífera fronteriza
con Kuwait y Arabia Saudí. La comunidad internacional que ejerce el
protectorado de facto sobre Iraq temió una desestabilización de Iraq, lo
cual ponía en riesgo los intereses de las potencias europeas y sobre todo norteamericana
en el país. La desestabilización de Iraq podía además extenderse al resto de
conflictos que existían en la región.
Rusia
temía que un control por parte de los kurdos o de los terroristas del Daesh
pudiesen poner en riesgo las infraestructuras que tenía en la zona norte de la
región. Siria comenzó a frenar también al Daesh y a la
minoría kurda de Siria a fin de evitar la extensión hacia Siria. Irán, Francia y Rusia se aprestaron a apoyar
a Siria, bien con armamento o con operaciones de protección de infraestructuras
esenciales. Pero a la vez en Siria
estaba sucediendo un conflicto interno en el marco de las “primaveras árabes”. La dictadura de Bachar al Assad corría
peligro si la población civil se levantaba contra el régimen. Una concatenación de conflictos comenzaron a superponerse. Los intereses
cruzados desequilibraron la región.
En
2015 el Daesh penetró en Afganistán sumándose a los grupos de Al Qaeda y en
competencia con los talibanes contra el gobierno impuesto por occidente. Entraron también en Libia, en Nigeria, en
Turquía, en Yemen, en Líbano y en el conflicto entre Israel y Palestina. La suma
de conflictos desató una guerra global a
finales de 2015. Una guerra que se está ampliando en 2016 en forma de atentados
en Europa, y en África.
Para algunos líderes mundiales (Abdalá II de
Jordania o el Papa Francisco I por ejemplo)
esta “guerra contra el Estado Islámico” es en realidad el inicio
de una virtual “III Guerra Mundial”. Una guerra no convencional, no
declarada, no sujeta a las leyes de la guerra reconocidas internacionalmente. Una guerra en la que no se sabe bien quienes
son los agresores y quienes las victimas.
No se sabe quienes son los “buenos” y quienes los “malos”.
La
caída de los precios del petróleo en los mercados internacionales, la
competencia del Daesh en el mercado negro, la desestabilización social y
económica de las sociedades locales, las desigualdades sociales, la obsolencia de
algunos regímenes autocráticos de la región, la llegada de una nueva generación
que apuesta por occidente y la democracia; la globalización de la información y
el cuestionamiento doctrinal tradicional, son algunos de los elementos que están
detrás de esta guerra por etapas.
Por
ultimo quisiera a mi modesto entender que quedaran claras algunas cosas:
1)
El DAESH no es una organización religiosa, no es musulmana, es claramente una ORGANIZACIÓN
TERRORISTA que utiliza la religión islámica, mejor las doctrinas sectarias del
salafismo, para sus propios intereses. La inmensa mayoría de las comunidades
musulmanas internacionales, tanto suníes como chiíes, no reconocen a DAESH como
organización islámica, tampoco reconoce a sus miembros como musulmanes.
2)
El DAESH no es un estado soberano, no está reconocido por las Naciones
Unidas ni por ningún estado soberano. Es una organización, una entidad privada.
3)
El DAESH funciona como una gran empresa, con filiales locales, oficinas
regionales y comerciales por todo el mundo. No solo vende material del mercado
negro; también vende la ideología yihadista a personas en situación de riesgo
económico, social o político. Se
aprovechan de la vulnerabilidad de personas con trastornos psíquicos o de comportamiento
para reclutarlas de la misma forma que actúan las sectas destructivas en
occidente.
4)
El islam es una religión global como el cristianismo o el judaísmo. Conocer su
doctrina es recomendable para diferenciar lo que es religión de lo que es
terrorismo. No todos los terroristas son musulmanes; ni todos los musulmanes
son terroristas. Esto tiene que quedar claro.
5)
La religión es una cosa y la nacionalidad otra distinta. En España hay musulmanes que son españoles de
origen (conversos) y musulmanes de otras
nacionalidades que residen habitualmente y legalmente en España. El estado
español mantiene con las dos principales organizaciones islámicas que agrupan a todas las comunidades musulmanas
españolas una relación similar a la que
mantiene con los cristianos protestantes o con las comunidades judías. Estas organizaciones son principalmente las
que frenan cualquier intento de los salafistas por expandir el yihadismo en
España. El gobierno apoya sus actividades contra el terrorismo.
6)
En Europa debemos afianzar sobre todo la democracia y el respeto a los derechos
humanos. Debemos evitar las venganzas, los odios, los conflictos, el espíritu de
cruzada, los extremismos y radicalidades contra los musulmanes. Si, debemos
luchar con las armas del estado de derecho contra el terrorismo sea cual sea su
naturaleza; pero la democracia exige contundencia contra el terrorismo y apoyo
a aquellos que trabajan por la paz, aunque estos profesen la fe islámica.
Por
ultimo quisiera recordar la misa concelebrada con la comunidad musulmana en París
por el sacerdote cristiano asesinado por el Daesh. Es un ejemplo de democracia
y civismo. Enhorabuena a sus organizadores. Como dice bien el Papa Francisco I “esta
no es una guerra de religiones”.
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