Un cambio de época. La generación vitalista de principios de siglo XXI.


Al finalizar la Guerra Fría (1973-1993) la comunidad internacional se planteó  diseñar un nuevo orden mundial. La guerra había finalizado abruptamente por abandono de una parte (URSS) y por la victoria mediatizada de la otra parte (EEUU).  La caída del muro de Berlín en 1989  fue el símbolo mediático de la constatación del final de una guerra no declarada.  Al igual que la primera guerra Mundial (1914-1918) no había previsto un final y tampoco el siguiente paso a dar tras la firma de la paz.

Como muy bien dicen algunos pensadores, tras el “negocio de la guerra” llega el “negocio de la paz”, de tal forma que la guerra se convierte en una simple transacción comercial entre potencias económicas que luchan por realzar su propio ego. Las cuestiones ideológicas y políticas o los debates mediáticos son los adornos necesarios para adormecer a las “masas” (J. Ortega y Gasset) y evitar que cualquier incidente “desde abajo”  eche al traste el “negocio de la guerra y de la paz”.  

Curiosamente en muchos de los conflictos del siglo XX y de lo que llevamos del siglo XXI,  han estado marcados por movimientos en la trastienda, opacos y discretos  realizados por personas desconocidas para el gran público en esa misteriosa logia que es el “Club Bilderberg”.

Este foro trata desde sus orígenes de afianzar la relación trasatlántica entre Europa y Estados Unidos.  Una relación que se oponía inicialmente a la relación entre Rusia y Europa.  La salida del nazismo provocó que muchos europeos del centro y este de Europa se vieran absorbidos por el expansionismo de la URSS. Las viejas potencias continentales europeas (Francia y Gran Bretaña) no deseaban romper con el régimen parlamentario burgués-liberal que desde mediados del siglo XIX había dominado Europa. Estados Unidos era la gran esperanza para la supervivencia. Europa destrozada necesitaba a Estados Unidos para defenderse de la URSS y para sobrevivir tras la segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos protegió a Europa, al tiempo que  hacía lucrativos negocios en el viejo continente. Europa Creó en 1954 un espacio regional propio de integración con el fin de ir desprendiéndose poco a poco de la tutela estadounidense, creando su propio camino con mayor o peor fortuna (CECA, CEE).

  A finales de los ochenta el régimen soviético daba muestras de extrema debilidad. Su modelo económico no mejoraba la vida de sus ciudadanos; al contrario los empobrecía hasta el extremo.  Muchos países de la órbita soviética comenzaron a diseñar nuevas rutas en la búsqueda de un mundo mejor, comenzaba el “posmarxismo”  o corriente crítica con el modelo unicista político y económico totalitario de la URSS.   

Internamente los antiguos nacionalismos de las estepas y de la zona europea, comenzaron a recuperar sus señas de identidad y a exigir la secesión nacionalista.  La URSS se desmoronaba por todas partes. Nuevas versiones del comunismo  se mostraban mas afines a buscar entendimiento con Europa (Eurocomunismo) e incluso con Estados Unidos (Acuerdos comerciales). Cada versión fue por su lado rompiendo la unidad que en los años 20 y 30 habían forjado Lenín y Stalin en la URSS.

En los 90 Europa ya era una potencia económica, Estados Unidos ostentaba la primacía mundial y nuevas potencias emergentes surgidas del subdesarrollo comenzaban a exigir un lugar en los debates internacionales.  El mundo comenzaba a cambiar. 

El atentado en 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York (World Trade Center) y  la crisis de Lehman Brothers en 2008 generó el punto y final de una era, la era posterior a la II Guerra Mundial.  Caído el comunismo soviético, le tocaba el turno al capitalismo estadounidense.  La euforia de la victoria en la Guerra Fría llevó a los inversores europeos y estadounidenses a una autentica lujuria y erotismo en las bolsas internacionales. Las múltiples  “burbujas” financieras eran las equivalentes a las producidas en una copa de champan con las que brindaban tras sus ganancias incalculables.

Pero en la bolsa todo lo que sube, algún día bajará. Si la subida de las acciones bursátiles fue extrema; la caída fue tan sonada como la de las torres gemelas, auténtico símbolo de la caída de un sistema capitalista desorganizado, desregulado y sin freno. Fue el símbolo de la caída del capitalismo salvaje practicado tras el final de la II Guerra Mundial en el supuesto “mundo desarrollado”.

En 2009 se reunió de nuevo el “Club Bildeberg” (fte. Wikipedia) con la asistencia de nutrido grupo de inversores, banqueros, representantes de grandes corporaciones internacionales; es decir, los encargados de diseñar un nuevo orden mundial. Algunos pensadores consideran que este club es en realidad el “gran hermano” o el “gobierno mundial” en la sombra. Un gobierno que no ha sido elegido por los ciudadanos y cuya composición cambia de un año para otro. 

En la de 2009 asistieron un nutrido grupo de españoles: J.L. Cebrián (Medios comunicación), Patricia Botín (Banca), J.M. Entrecanales (IBEX35), Alberto Ruiz Gallardón (político del PP) o Pedro Solbes (ex ministro del PSOE).  También estuvo por allí J.L. Rodríguez Zapatero (Ex Presidente de Gobierno).
Como vemos la crisis de 2008 ha generado mucha inquietud en la élite económica y política de muchos estados europeos  y en Estados Unidos. 

Si la caída de la URSS dio pié a los populismos posmarxistas europeos (pueblo = plebe = trabajadores) cuya máxima expresión lo pudimos apreciar en España en el “Movimiento 15 M”  (“Podemos” incluido) y en las “primaveras árabes” en el norte de África y Oriente Próximo  en 2011 ; la caída de Estados Unidos está generando nuevos populismos de corte nacionalista o centrista (Pueblo = Nación = Ciudadanía) cuya máxima expresión en España pudo ser la expansión del partido  “Ciudadanos”  y a nivel internacional la expansión de partidos políticos centristas con una fuerte carga liberal y nacionalista.

Este surgimiento de una ciudadanía vitalista y rompedora con lo anterior ha descolocado, sin duda, a los miembros del “club Bilderberg”.  El lema caciquil del “gatopardo” ha sido su consigna. El uso partidista e ideologizado de los medios de comunicación  se plantea como una forma de evitar cualquier intento de revolución o brusco cambio “desde abajo”.   

 Vemos hoy como Donald Trump ha escandalizado al mundo con su victoria electoral. El mundo de la banca, las finanzas, las corporaciones internacionales y los holdings mediáticos se alza con la victoria una vez más… al menos de forma aparente. 

Si miramos más allá del discurso mediático, de las filias y fobias hacia el magnate norteamericano,  vemos como la mayoría social de estados unidos apoyaba a B. Sanders (populismo posmarxista) y/o a Hillary Clinton (populismo centrista o nacionalista).  Lo mismo ocurrió en Gran Bretaña con el Brexit (la sociedad civil quería seguir en Europa, las élites económicas no)  o en España en la concatenación interminable de citas electorales habidas en este año (La falta de acuerdos entre cuatro partidos evidencia la  lucha entre las élites y la ciudadanía (Corrupción); ejemplo de ello: la caída de Pedro Sánchez provocada “presuntamente”  por las fuerzas de la elite económica).

Poco a poco vemos como la sociedad civil se organiza, se posiciona y alza la voz.  Vemos que este fenómeno se expande por todo el mundo al margen de las consignas de los partidos, al margen del pensamiento político, al margen de la disciplina de voto, al margen de los índices de desarrollo, de la clasificación social, de las condiciones de vida o de cualquier otra etiqueta occidentalizada y mediatizada.

La sociedad civil es heterogénea y ecléctica, diversa y tolerante, respetuosa y solidaria.  Es una sociedad cuyo marco conceptual es abordar el presente y el futuro de manera que nadie salga dañado y todos se beneficien.  Para muchos pensadores el pensamiento político debe surgir de la espontaneidad, de la improvisación, de forma natural. Nunca ha de ser impuesto y nunca ha de hacerse de una ideología una religión.

La sociedad civil actual ni es comunista; ni es capitalista. Son etiquetas del pasado. Lo mismo que con el posicionamiento político: ni se es de derechas, ni se es de centro, ni se es de izquierdas. Son etiquetas del pasado.  La obsolencia del sistema político imaginado en el siglo XVIII, diseñado en el siglo XIX y aprobado en el siglo XX es más que evidente.   La sociedad civil actual reclama la construcción de un nuevo marco de convivencia (un nuevo “contrato social”) entre gobernantes y gobernados; entre patronos y obreros; entre ricos y pobres. Desean que haya democracia, que haya paz, que haya solidaridad y que haya prosperidad… Pero que sea para todos sin etiquetas, ni exclusiones.                        

La caída del comunismo y del capitalismo del siglo XX se ve hoy como algo evidente. Ante esto queda la duda de hacia donde camina el mundo y nuestro querido país. Estamos en un nuevo periodo de entreguerras o quizás en una etapa álgida en la guerra por etapas que hablaba el papa Francisco.  Un periodo que debería servir para reflexionar y repensar las cosas.  Un periodo donde la gente debería pensar por si misma libremente  y sin ataduras de ningún tipo.  Hay vida más allá de Twitter, Facebook, Youtube y otras plataformas mediáticas.


En los años 30 se optó por soluciones salomónicas que llevaron a una nueva etapa bélica.   Muchas vidas se quedaron por el camino. Hoy el mundo tiene la oportunidad de resolver y solucionar problemas de forma pacífica y con cabeza.  La sociedad civil tiene hoy la llave del nuevo orden mundial… por favor no nos carguemos la cerradura o la puerta hacia un mundo mejor y mas justo. 

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