Cuidado de la Casa Común. Retos y obstáculos en el camino.


La COP25 que viene desarrollándose desde hace unos días en Madrid, nos está dejando ideas muy buenas, increíbles y sorprendentes de todo cuanto se puede hacer para evitar el colapso de la vida en el planeta; pero también nos está mostrando con toda su dureza y a veces crueldad las ideas malsanas propagadas por los lobbies negacionistas.

Lo que se evidencia en general es la realidad del divorcio existente entre la “clase política” que ostenta el poder en convivencia con el mundo empresarial-financiero y la denominada “sociedad civil”.

La cuestión es básica: los científicos llevan más de treinta años alertando de las consecuencias que está provocando la acción del ser humano y de las corporaciones industriales en el cambio climático que hoy ya padecemos. No se les ha hecho caso, se les ha ninguneado y se les ha atacado de manera cruel.  Los muchos intereses en juego de unas pocas corporaciones globales han impedido que los acuerdos positivos alcanzados en las cumbres queden en la práctica en papel mojado. La COP25 será sin duda la próxima víctima de su campaña hostil de deslegitimación y negación. 

El 97 % de los científicos expertos en la materia afirma que el punto de no retorno está mas cerca que nunca y que la velocidad que experimenta ya el cambio climático es de vértigo. O hacemos algo ya o en muy poco tiempo el planeta Tierra será inhabitable para cualquier ser vivo, incluida la especie humana.

La sociedad civil, es decir la ciudadanía y sus organizaciones, consideran que la realidad es mas que evidente y que no se pueden hacer grandes cambios si el mundo empresarial y el mundo político no contribuye a implementar los acuerdos acordados en las cumbres. Es decir, no estamos ya en el momento de las palabras y buenas intenciones; es hora de actuar sobre el terreno con firmeza y decisión. Sobran todas las excusas cuando lo que está en juego es la habitabilidad del planeta y la supervivencia de los seres vivos que habitan en el planeta.

El nudo gordiano de esta cuestión está en el coste que para las grandes corporaciones internacionales supone la transformación de todo su sistema productivo. El actual no contribuye a paliar los efectos del cambio climático, ni a frenarlo. Las emisiones de CO2 a la atmósfera y de otros gases de efecto invernadero están destruyendo las condiciones de habitabilidad de los seres vivos en el planeta. La única solución científica y viable es el cambio de modelo productivo, por otro mas sostenible.

Este reto supone cambiar la forma como se transforma la energía.  El uso de materiales fósiles (carbón, petróleo, gas natural) para la generación de energía y fabricación de componentes para la industria y el consumo, está en la causa principal del conflicto entre los partidarios de continuar con el uso de estos materiales y los comprometidos con las denominadas energías renovables (Solar, eólica, geotérmica, mareas, biomasa…) que no contaminan y que frenan el deterioro del planeta.

Para los países altamente industrializados con un alto nivel de emisiones CO2 a la atmósfera, como EEUU, China, India, Brasil el coste para ellos es prohibitivo.  O bien se niegan a cambiar el sistema productivo o bien optan por la compra de bonos verdes, para poder seguir contaminando.  Esos bonos verdes (Comprado a países pobres que no contaminan) se consideran compensaciones a efectos de cumplimientos internacionales, pero la realidad palpable es que siguen contaminando, lo cual es surrealista y muestran su hipocresía. El CO2 ya cotiza en muchas bolsas internacionales, lo cual es absurdo, inaudito y terrible. La contaminación es un producto que, por desgracia, se compra y vende en el mercado global.  ¿alguien lo puede entender o asumir?

En la cumbre de París de 2015 se optó por establecer un periodo transitorio, en el cual se marcaban unos objetivos y unas fechas topes para comprobar el grado de cumplimiento. Sin embargo, en las últimas cumbres y en la actual, se ha evidenciado que muy pocos países han cumplido sus objetivos, la mayor parte de los países no han impulsado el programa previsto o incluso para algunos ni siquiera existe una política medioambiental viable.

El incumplimiento, sobre todo de los países más contaminantes, empeora la situación hasta el punto de que la comunidad científica internacional, esa a la que nadie escucha, habla ya de una “emergencia climática real y evidente”. Se acerca el punto de no retorno de manera acelerada por los incumplimientos e inactividad de la clase política y por el negacionismo empresarial contaminante a aceptar compromisos internacionales que puedan poner en riesgo sus intereses nacionales.  

La sociedad civil muchas veces se pregunta lo que puede hacer para contribuir a la lucha contra el cambio climático, para paliarlo y para frenarlo, tanto la ONU, como UE, como las ONG medioambientales proporcionan a través de sus sitios web ideas que cualquier persona puede hacer en vida cotidiana. Es un granito de arena en un desierto o una gota de agua en un océano, pero al menos en algo se contribuye, nunca está de más ni ese granito de arena, ni esa gota de agua.

El activismo ecológico o medioambiental es otra forma de participación social en este compromiso mundial por salvar el planeta. En las ONG no solo se actúa en el terreno; sino que también se reivindica en el plano político y económico mediante la presión social tanto en la calle, como en las redes sociales.   

La clase política se mueve conforme determina la dirección del movimiento social, depende de las presiones que provienen de sus potenciales electores de la sociedad civil.  Por tanto, influir en los partidos o elegir la propuesta electoral concreta a la hora de emitir el voto, ayuda muchísimo a definir políticas a favor del cambio de modelo productivo. 

El voto del ciudadano vale mucho y contribuye mucho a elegir gobiernos responsables y comprometidos. El voto útil y responsable es aquel que contribuye al freno del cambio climático, independientemente de la ideología del partido al que se vote. El clima y medio ambiente no tiene ideología. El cambio climático afecta tanto a los votantes de derechas, como de izquierdas o de centro y la lucha contra el cambio climático tampoco es patrimonio de ningún partido o ideología, es común y responsabilidad de todos. 

También en la empresa privada se puede hacer mucho, con apelaciones a criterios de calidad medioambiental, a la apelación al gobierno responsable corporativo, con apelaciones a fomentar e impulsar el cambio productivo. Los sindicatos y las asociaciones empresariales son buenos entornos donde desarrollar el activismo a favor del cambio productivo que contribuye al freno al cambio climático.

Los que deseen participar y comprometerse con esta causa, deben también formarse e informarse en fuentes fiables, aceptar las conclusiones de los científicos expertos, moverse en un entorno creíble y realista. Conocer la realidad que ya está causando estragos en varias partes del planeta y que van a más, es una buena forma de concienciarse con la realidad del problema: el planeta se está muriendo y necesitamos tu ayuda, cada uno debe actuar en su entorno y en la forma como mejor pueda aportar a la lucha global. Piensa en global, actúa en local. No dejemos que los negacionistas, que constituyen la minoría, maten al planeta por su inactividad, incompetencia e irresponsabilidad.

El clima no conoce fronteras, ni nacionalismos, es global, circula libremente por el planeta. Por tanto, las soluciones han de ser globales y afecta a todo el mundo sin excepción. Ni todo el dinero del mundo puede evitar el colapso, solo la voluntad ciudadana de frenar y/o eliminar las causas que ocasiona el cambio climático. Corresponde a los políticos dotar de infraestructuras y estructuras necesarias para actuar de inmediato.  Les corresponde también estar atentos a las indicaciones de los científicos y de la reivindicación de la sociedad civil.

Corresponde a las empresas concienciarse de que un cambio en el modelo productivo puede ser incluso más rentable y eficiente que el actualmente vigente. En poco tiempo los consumidores ya concienciados, en su mayoría, dejaran de comprar los productos que hayan sido fabricados con componentes contaminantes o que en su producción se haya generado energía basada en combustibles fósiles. Si la empresa desea sobrevivir, tendrá que cambiar, aunque no le guste; si no desaparecerá por su propia negativa al cambio. El consumidor tiene siempre otras opciones donde elegir. Y esto no se arregla con una guerra de precios o de valor de marca entre empresas. El consumidor va a exigir responsabilidad a la empresa que fabrica el producto que desea consumir.

Greta Thunberg es una gota de agua en un gran océano. Su voz, menuda pero potente, ha llamado la atención de manera enérgica y contundente condenando la irresponsabilidad de los adultos en la preservación del planeta para las nuevas generaciones.   Greta ha removido la conciencia del mundo adulto.  Greta no va a cambiar a los negacionistas, que son inmunes a cualquier crítica. Éstos se consideran arrogantes y altaneros, superiores al género humano.  Greta es una piedrecita incomoda en su zapato de prestigiosa marca.

Greta y otras como ella, es, para los negacionistas, una simple hormiguita que puede ser pisada y aplastada sin ningún pudor, como recientemente hemos podido comprobar con las declaraciones nada éticas del conocido presidente incendiario de la Amazonia, a raíz de la salida de Greta en la portada de la prestigiosa revista “Time” como personaje del año 2019. 

Así son los negacionistas, seres despreciables, mal educados, irrespetuosos y que no saben comportarse, a los cuales entiendo que no hay que prestarles atención para no aumentar su ego, ni darles ningún apoyo mediático o político para evitar que su falsa propaganda negacionista se extienda como la peste.

Otro ejemplo ocurrió ayer durante la COP25, cuando un grupo de activistas de la zona gris (así se llama, lo cual es toda una metáfora, es la zona acotada para la Sociedad civil), fue desalojado de la zona VIP de la cumbre, la de protocolo o de autoridades, la de la zona azul, donde el cáterin es de varios tenedores y solo entran personas por invitación (Personas que seguramente han pagado una pasta gansa por estar “invitado” en esta zona exclusiva, como suele ser habitual en este tipo de actos). 

La razón era una simple y normal protesta pacifica para alertar sobre lo que se avecina: un nuevo fracaso de la cumbre. Un nuevo jarro de agua fría a las buenas intenciones mas ambiciosas. Una nueva frustración y en consecuencia una mayor indignación por lo que está ocurriendo en las cumbres. La protesta esta mas que justificada en sus términos argumentales. Ahora, que se les desalojara por la seguridad de esta zona exclusiva, denota hasta qué punto NO están comprometiéndose los lideres mundiales en la causa. Ante la realidad muchos optan por negarla o en este caso, reprimirla.

El boicot de los negacionistas, las ausencias sonadas de los más contaminantes y los complejos juegos de sudokus políticos y lobbies económicos en un clima de inestabilidad de las cumbres marca la agenda futura de las próximas COP’s.

La de Madrid, tuvo inicialmente que celebrarse en Brasil, su polémico presidente se negó a celebrarla por razones de egoísmo ideológico; después pasó a Chile, pero las protestas impidieron que se pudiera celebrarse allí al no poder garantizarse la seguridad de los líderes mundiales, paradójicamente debido a las protestas de los activistas medioambientales. 

España, con un gobierno en funciones, en medio de una difícil negociación e inestabilidad mediática, salió al rescate de la cumbre y en poco tiempo se ha podido celebrar en Madrid (aunque esto haya provocado que el alcalde de Madrid haya entrado en choc ante una flagrante contradicción ideológica medioambiental a la que se ha visto sometido). 

Un éxito de la “Marca España”, que simplemente por organizar el evento deprisa y corriendo, ha logrado llenar las arcas de Madrid con varios millones de euros. Si España puede organizar esto de forma tan rápida; también podrá generar recursos y estructuras para combatir el cambio climático con mayor eficacia. Por tanto, es exigible desde la sociedad civil española al conjunto de la clase política una mayor responsabilidad y un mayor compromiso. Más de lo que por el momento están haciendo. España va muy retrasada en la agenda 2030 de la ONU y en los compromisos europeos.

¿Por qué motivo ocurre esto? Simplemente por la inmadurez, falta de formación, miedo al qué dirán, estrategias electorales, inactividad e irresponsabilidad de los políticos que los ciudadanos hemos elegido en las urnas para en teoría representarnos. No han hecho nada, absolutamente nada, mucha palabrería y mucho politiqueo de tres al cuarto; pero nada que podamos considerar realmente útil o que se acerque en lo más mínimo a los compromisos adquiridos. 

Así es normal que haya una creciente desafección de los ciudadanos hacia los políticos.  A estos les pagamos para que nos representen y que trabajen en nuestro nombre. Pero la realidad nos muestra que ni nos representan, ni trabajan en línea con nuestros intereses (En el siglo XVIII esta actitud política se llamaba “despotismo ilustrado: todo para el pueblo, por el pueblo, pero sin el pueblo”).

Es, por tanto, exigible a los gobiernos, a la clase política en su conjunto, de todos los colores y sin excepciones, que se dejen de rollos y que comiencen a trabajar, o de lo contrario serán desalojados a través de las urnas por la ciudadanía. Pagar a gente inútil no es una opción. Los políticos de hoy nos avergüenzan e indignan a muchos.  Si no cambian, la ciudadanía les cambiará o removerá de su exclusiva y bien remunerada zona de confort.

Queremos los ciudadanos políticos formados, maduros, responsables, bien informados, sensatos, educados, respetuosos, que sepan comportarse, que no estén todo el día a la gresca y que no mientan, ni hagan falsas promesas a los ciudadanos. Queremos un compromiso real del futuro gobierno (Sea cual sea) y una implementación real con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU de 2017 y con los compromisos ya adquiridos (aun no puestos en marcha) con la UE y en la cumbre de París 2015 y en los que se lleguen en la actual cumbre. Queremos un gobierno y una clase política responsable. Quiero sentirme orgulloso de mi gobierno (Sea cual sea) y de los políticos que me representen (Sean los que sean). Este es el reto y los deberes que les pongo. No defrauden a los ciudadanos. No cedan ante el chantaje de los negacionistas y de las grandes corporaciones contaminantes. No merece la pena.

El futuro está en manos de todos, pero mas en la clase política y gobiernos. En estos momentos de atomización política en España, la lucha contra el cambio climático debe ser transversal, un tema de estado y totalmente fuera de la lucha política. Es algo que nos incumbe a todos y que nadie está exento de las consecuencias de la actual “emergencia climática”. Los humanos somos seres vivos que necesitamos respirar, comer, beber y vivir, para eso necesitamos mejorar el planeta y su atmósfera. Es nuestra casa común.





13. el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las coas pueden cambiar (…) La humanidad aun posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Debo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los mas pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan como es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimiento de los excluidos.

14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobe el modo como estamos construyendo el futuro del planeta.  Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización” (papa Francisco I. Carta encíclica Laudatio Si del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, Tipografía Vaticana, 2015)



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