España y Cataluña… 2º acto: Camino hacia la reconciliación
Al hilo de los acontecimientos
que estos días estamos viviendo en Cataluña me ha surgido una pregunta: ¿Cómo se
crea un estado? Supongo que esta pregunta se la habrán hecho los promotores del
“procés”. Me da la impresión que están
improvisando y experimentando ante la falta de referentes recientes sobre cómo
se cocina un estado. Veamos cómo pudo
formarse el estado español.
Un ejemplo relativamente reciente
fue la creación de la dictadura franquista (1936 - 1977) Francisco Franco en su
intimidad afirmaba que su proyecto era crear una “Nueva España” y para ello necesitaba previamente crear una “nación española”.
Franco en este sentido seguía el ideal nacionalista
surgido del regeneracionismo de principios de siglo, un ideal que ya se había
dado en Alemania y en Italia en el cambio de siglo. Para reforzar la existencia
de una pretendida “nación española”
se esforzó en su propaganda por engrandecer la identidad cultural “hispánica” a través de la religión, la lengua, la
historia, las artes y el folclore típicamente “Español” (Seguía la definición clásica de “Nación” tomada del
romanticismo alemán).
Franco situaba el nacimiento de
España en la unión de Castilla y Aragón producida tras los esponsales del
matrimonio formado por Isabel “La
Católica” (Isabel I de Castilla y León, 1474-1504) y Fernando “El Católico” (Fernando II de Aragón y Sicilia, 1479-1516) en
1469. Esta unión matrimonial hizo, a su
parecer, grande a “España”,
alcanzando su cenit con el descubrimiento, la conquista y la colonización de
América a partir de 1492.
El gran
imperio de la “Monarquía Hispánica” fue el mayor de la historia europea. La
grandeza provenía de la unidad en la fidelidad a la monarquía, en la devoción a
la Iglesia Católica como espíritu inmutable y el ejército como garante de la
unidad. Estos eran los tres grandes pilares de la historia de España desde
entonces, a su juicio. Tres pilares que se asociaban a la idea medieval de
Autorictas (Iglesia), Podestas (monarquía) e Imperium (Ejército).
La llegada de los Borbones, a su
entender, trajo la ilustración, rompiendo las bases sobre las que se sustentaba
el poder en el antiguo régimen. Las ideas de Montesquieu aplicadas a España
cambiaban los pilares básicos del Estado tradicional: la Autorictas recaía en
el Gobierno de la Nación; el podestá en las Cortes Generales del Reino y el
imperium en la justicia emanada de leyes aprobadas en las Cortes. La monarquía,
la iglesia y el ejército quedaban fuera del sistema.
Franco planteaba su nuevo estado
como un proceso mediante el cual España recuperaba la grandeza perdida y restauraba
el orden tradicional que le era característico. A su juicio, la ilustración y
todo lo que vino después fue la causa de la degradación que a su juicio había
llevado a España a una guerra civil.
La creación de una nueva España
(un nuevo régimen estatal) a su juicio estaba justificada por la historia y la
necesidad de restablecer el orden en el país.
La negación de la modernidad y del espíritu ilustrado; aferrarse a la
tradición política de la Monarquía Hispánica, llevó a Franco a hacer tabla
rasa y refundar el estado bajo antiguos
preceptos.
Actualmente la historia de España
no se inicia con los titulados como Reyes Católicos (“Magestades Catholicas”, título pontificio otorgado
en 1492), en esa época aun no existía “España”
como tal estado unificado. La península
estaba formada por un mosaico de estados realengos, estados vasallos, señoríos
jurisdiccionales y otras formas de ejercicio del poder.
El monarca era el único
propietario del territorio realengo y lo administraba como bienes de propio a
través de sus corregidores, señores y demás representantes de la Corona. Los estados vasallos (Sobre todo en Aragón)
eran independientes, pero mantenían juramento de vasallaje al rey que consideraba
su principal señor feudal. Así por ejemplo,
el reino nazarí de Granada fue desde el siglo XIV hasta 1482 un estado “vasallo” de Castilla, o el Gran Ducado
de Milán otro estado vasallo con respecto al monarca de Aragón.
No había estado unificado,
existían fronteras y aduanas entre los distintos reinos y “Estados” asociados a un monarca,
globalmente eran conocidos todos estos territorios como “Estados de la Monarquía Hispánica” a
partir de 1516 (con el emperador-rey Carlos I de Hispania y de las Indias,
1516-1556), manteniendo cada uno su identidad propia.
Se denominaba “Hispánica”, porque desde la época
romana, a la península se la denominaba “Hispania”,
siendo esta también la denominación dada al “Reino de Hispania” creado por los las dinastías visigodas (410-711)
que gobernaron el territorio desde la ciudad de Toledo. En el siglo XV el latín
medieval seguía siendo aun la lengua oficial de la Corte en los estados
hispanos. Fue a partir del siglo XVI
(cuando se inició el desarrollo de la lengua castellana) cuando “Hispania” pasó a denominarse “España o Las Españas” (Denominación que
englobaba al total de los “Estados de la
monarquía Hispánica”).
En este sentido es interesante
reseñar el estado aragonés, en realidad hoy se le suele denominar como la “Commonwealth aragonesa”, dado que salvo
Aragón propiamente dicho, los demás estados estaban asociados a la corona
aragonesa y muchos de ellos eran vasallos del monarca aragonés; pero funcionaban
en la práctica como si fueran microestados independientes repartidos por el Mediterráneo. Fue el primer reino federal de Europa, o “Reino Unido de Aragón”.
Hubo que esperar a 1707 para fijar lo que
podría ser la fundación del estado moderno español, denominado hoy como “Reino de España”. Con los “Decretos
de Nueva Planta” los nuevos monarcas de la Casa de Borbón decidieron acabar
con el mosaico de los estados hispánicos y fundar un único reino, es decir un
estado moderno en sentido estricto.
Estos decretos anexaban de iure los territorios de Castilla y
León, Aragón, Valencia, Mallorca, Cataluña y posteriormente en el siglo XIX, Navarra. El resto de territorios peninsulares, islas y
colonias ya formaban parte de los reinos anexados. La anexión se hizo a favor del Reino de
Castilla y León, por ser el que más territorios tenía. A partir de 1716 (anexión del Principado de
Cataluña), surgió el “Reino de España y
de las Indias” (1716 -1899) como un estado unitario y centralizado.
El gobierno departamental de este
nuevo estado – siguieron el modelo francés - fijó las normas comunes para todos los territorios
que formaban el Reino. La administración
central se extendió hacia la administración local y con ello surgió de forma
progresiva tanto el municipalismo; como
el sistema territorial provincial, que junto con el colonial (que también fue
transformado) constituían la arquitectura común, básica territorial y
administrativa del nuevo estado.
En la corte surgió el sistema político
en base a las “camarillas” que
tomaban partido por una idea o un programa político o un proyecto
concreto. Estas camarillas representaban
a los súbditos del monarca y a los señores feudales que aun seguían
existiendo. La “camarilla de Aragón” fue una de las más activas, especialmente
debido al poder e influencia de la burguesía comercial catalana sobre la
nobleza aragonesa cortesana. Esta
camarilla inventó la práctica del “lobby”
(Cabildeos según la denominación de
la época) y estuvo detrás de la mayoría de los procesos revolucionarios de
principios del siglo XIX y de las independencias coloniales durante el siglo
XIX.
En 1808 el pueblo llano de Madrid
y alrededores, dirigidos por parte de la nobleza cortesana, se levantaron
comunalmente en armas para defender a la familia del rey Fernando VII
(1808-1833) frente a las ambiciones expansionistas del emperador Napoleón I de
Francia (1804-1815). Esta guerra por la
independencia de España frente a la ocupación militar (1808-1814) y del trono por
parte de Francia (1809-1813) creó una nueva forma de crear estado:
En todas partes se formaron
juntas comuneras que trataron de ejercer el poder en representación teórica de
Fernando VII, pero que a la vez internamente crearon un nuevo sistema político en
base a las teorías liberales británicas, surgiendo así el constitucionalismo
como pilar fundamental. El pueblo soberano decide su futuro en libertad. Si la formación del Estado Español anterior a
1808 había sido a iniciativa de la monarquía; con posterioridad a 1808 la
iniciativa pasaba a la ciudadanía soberana.
Dando lugar al nacimiento del pensamiento político (ideología) y al característico
sistema de partidos que se desarrollo durante todo el siglo XIX y gran parte
del siglo XX.
Viendo la historia cabe preguntarse si la
creación de un estado es fruto de la propia evolución social, de la
improvisación, de la experiencia, o de una decisión concreta por parte de un
colectivo político de turno. Vemos por
ejemplo como España no tiene una fecha de fundación consensuada como ocurre con Francia (14 de Julio de 1789,
toma de la Bastilla) o Estados Unidos (4 de julio de 1776, declaración de
independencia).
¿Desde cuándo existe España como Estado?
Pueden darse multitud de fechas
fundacionales dado que en España ha habido a lo largo de su historia numerosos
regímenes políticos y a veces más de un régimen de forma paralela. Para este que escribe, la historia de España
demuestra que la creación del estado de España se ha desarrollado coito interruptus a base de pruebas y experimentos. En algunos
casos ha salido bien, en otros ha sido un gran desastre.
En el fondo todo español sabe que
tras los cambios, el edificio estatal se seguirá in aeternum construyendo
poco a poco. Como diría Machado, “al
igual que éstos, vendrán luego otros que igualmente nos jorobarán”. España tiene una larga experiencia de crisis
y recuperaciones de crisis. Tiene fuerza
suficiente para tirarse al vacío en un acto de fe y fe suficiente como para
seguir el camino como si nada hubiera ocurrido. Total, como dice un viejo dicho
español “En España nunca pasa nada”. O dijo el gran Ortega y Gasset, en “España hay gente pá tó”.
España está compuesta de retales
de mala calidad, que fueron hilvanados de aquella manera y que cada cierto
tiempo las costuras se resienten por el paso del tiempo. Los remiendos son a
veces duraderos; en otros casos acaban rasgando la tela por los tiras y aflojas
continuos. De vez en cuando algún político
pide una “Nueva España”, pero el
problema es que los patrones históricos hace tiempo que se perdieron (o traspapelaron como la tradición
burocrática manda) y en España hay mucha pereza como para hacer nuevos.
Cataluña pretende hacer nuevos
patrones, pero para hacer un traje a la medida catalana. Lo cual es interesante
por su iniciativa emprendedora; pero ya que se pone a la tarea podría compartir
los patrones con el resto de España. Vemos
en esta salida catalana una deriva secesionista más ideológica que práctica.
Tiene el patrón, pero los útiles para confeccionar el traje se encuentra en
España, de ahí su cabreo.
En este final de la cuenta atrás los líderes independentistas más moderados se
están encontrando con un océano de dificultades inesperadas y sobre la marcha
tratan de superarlas. El cansancio ya es evidente y posiblemente el flaqueo de
las fuerzas comience a aparecer próximos
al infarto del 1 de octubre. Saben que
aun pueden dar marcha atrás, pero eso obviamente sería un suicidio colectivo. Tienen que continuar contra viento y marea y “que sea lo que Dios quiera”.
Pero también se ve como ya están
pensando en el día de mañana, helado y estepario. Demasiado tiempo en la trinchera, demasiadas víctimas
propiciatorias en el altar de las vanidades. Ya piensa en cómo recomponer la situación tras
la hecatombe del día 1. Hasta los más conservadores saben que han de dar un giro
de 360º a la cuestión de la reforma constitucional. Algo habrá que hacer.
La cuestión sigue siendo la misma ¡Qué patrón
de estado elegimos para la “nueva España
plurinacional”! Si alguien tiene una
idea que la ponga sobre la mesa….
Comentarios
Publicar un comentario