El valor de la Democracia
Con tanto ajetreo electoral y
tanto mamporrero político suelto, han quedado un tanto diluidas algunas
efemérides que tuvieron su importancia en la puesta en valor de la democracia
en Europa y España.
Hace cincuenta años (10 de
noviembre de 1969) el creador norteamericano Jim Henson estrenaba “Sesamo
Street” en la cadena HBO de Estados Unidos.
Esta serie dedicada al entretenimiento infantil aprovechaba los recursos
audiovisuales (toda una novedad en la época) y todo el colorido que podía
ofrecer la televisión de entonces, para a través de sencillas marionetas,
formar a toda una generación en valores humanos, cívicos y democráticos.
Era la época de la lucha por los
derechos civiles en Norteamérica, la época de las marchas en protesta por la
guerra de Vietnam, los experimentos secretos con bombas atómicas, la guerra
fría, los comienzos de la carrera espacial (programa Apolo de la NASA o los
Soyuz soviéticos), la época de nacimiento del “orgullo gay” y el gran festival
de Woodstock, todo un hito para la generación de los sesenta y setenta.
Era una época en la que la
sociedad norteamericana deseaba cambios importantes en el modo de vida
americano. La sociedad burguesa organizada de los cuarenta y cincuenta había
llegado a su fin, los jóvenes rebeldes buscaban nuevas experiencias que les
marcaran su caminar hacia la edad adulta. Unos cambiaron el mundo; otros se
quedaron anclados en Woodstock. Esos
jóvenes hoy son padres y madres de familia, incluso ya algunos son abuelos.
En gran parte su “lucha” por la
democracia, las libertades y el estado de derecho fueron los cimientos del
mundo actual. Su “lucha” permitió visibilizar a la mujer como ciudadana con
derechos reconocidos y amparados por las leyes. Permitió que la “raza” no fuera
un obstáculo en el día, a día, de las sociedades actuales. Permitió que muchos
homosexuales “salieran del armario” sin miedos y sin complejos por su
orientación sexual. Permitió que cualquier persona pudiera hablar, opinar,
debatir y construir juntos un mundo mejor.
Permitió que muchas dictaduras y
regímenes autoritarios cayeran para dar paso a nuevas democracias
representativas, constitucionales y parlamentarias. Permitió que ciudadanos de
diferentes creencias pudieran convivir en paz y armonía, incluso colaborar
entre ellos. Unieron sus recursos en busca de un mundo mejor. Su “lucha” creó la democracia tal y como la
vemos hoy, como el mejor de todos los regímenes posibles.
“Barrio Sésamo” (título en
Español) comenzó a emitirse por la única cadena de televisión por entonces
existente (RTVE) en 1975 dentro del programa infantil “un globo, dos globos,
tres globos”, a partir de 1979 constituyó un programa independiente hasta el
año 2000 cuando fue suprimido.
Para mi generación, estos programas
didácticos fueron fundamentales para ser lo que somos hoy, personas con valores
humanos, cívicos y democráticos. Epi y
Blas, la rana Gustavo, Coco, el monstruo de las galletas (que era como se
conocía en España), la gallina Caponata, Don Pimpón, Espinete, el Conde Draco,
Don Julián, Chema el panadero…. Eran todos personajes que podías encontrar en
cualquier lugar de la España de 1975.
1975 coincidió en España con el
final de la dictadura y el nacimiento de la ilusión por conseguir una democracia
en España tras la muerte del dictador. Los valores de “un globo, dos globos,
tres globos” y de “Barrio Sésamo” iban en línea con lo que se esperaba
construir.
Valores humanos (diversidad de
razas, religiones, lenguas y culturas) y Valores cívicos (amistad,
compañerismo, consensos, trabajo en equipo, higiene y salud, normas básicas de
comportamiento social, conocimientos básicos en lengua, matemáticas, ciencias
donde se daba mucha importancia a la experimentación, ejercicio físico y
aprecio por la cultura, en especial por la cultura popular musical, etc.) Estos
recursos estaban muy en la línea con los planes educativos (Ley General de
Educación de 1970) que ya apuntaban al desarrollo de capacidades cognitivas
y prácticas.
La televisión de la época tenia
un horario infantil bastante amplio que comenzaba con la salida del colegio de
los niños (la hora de la merienda) y acababa poco antes de la hora de cenar
(antes del “Telediario”). Pero además a partir de la noche haba programas para
toda la familia, las series de Antonio Mercero, el programa “un, dos, tres” de
chicho Ibáñez Serrador también contribuían a formar espíritu de familia, pero
también a la transmisión de valores cívicos y democráticos de padres a hijos. En
un principio subsistía el modelo patriarcal y moralista de la dictadura; pero
con el tiempo los modelos fueron cambiando.
Si en algo se caracterizó el
periodo conocido como “la transición” fue precisamente por poner el acento en
la educación de los menores. Ellos, nosotros, éramos la esperanza del futuro
para España. A nosotros iba destinada la “lucha por la democracia”. La
democracia comenzó por la educación y la cultura.
“Barrio Sésamo” continuó con
nosotros hasta el año 2000, momento en el cual otras cadenas privadas
especificas ofrecían mejores producciones para la infancia y adolescencia, a
tono con formatos más actuales, comerciales y atractivos. Nuestro “Barrio
Sésamo” marcó a nuestra generación (los nacidos en los años 60 y 70) hasta tal
punto que hoy recordamos con alegría y emoción aquellos personajes que sin
mucho esfuerzo nos enseñaron muchas cosas, desde atarnos los cordones de los
zapatos, hasta compartir el valor de la amistad.
Hoy muchos conservamos la idea
que nos transmitieron, ser la esperanza de la democracia en España. Sin embargo,
la deriva política, económica, social y cultural española de los últimos
cuarenta años de democracia, ha hecho que muchos se cuestionen la democracia.
Las nuevas generaciones quieren otro modelo de democracia.
Durante estos cuarenta años ha
habido varias leyes educativas, con sus muchos defectos, que han roto con el
espíritu de la ley de 1970 (con todos sus defectos). Hoy no está en cuestión,
salvo para una minoría, la democracia; puesto que lo que se ambiciona es
profundizar en ella. Pero precisamente por ello, no se ha hecho hincapié en los
valores humanos y cívicos que inspiraron aquella ley en la que fuimos
instruidos y educados. Hoy no se transmite a la nueva generación los valores
esenciales, las herramientas necesarias, para construir una democracia; hoy los
intereses comerciales, políticos o económicos de los lobbies marcan la agenda
educativa y cultural.
La educación es hoy un producto
de usar y tirar, un producto de consumo de masas. El alumno, paradójicamente
sujeto del “derecho a la educación”, es una pieza prescindible del
sistema. No es importante instruir y educar, es importante que haya niños para
que haya colegios y de esta forma hacer negocios con la educación. Por ello es
fundamental llegar a un consenso y un pacto de estado para que los valores
cívicos, humanos y democráticos vuelvan a estar en la agenda educativa y en las
leyes que se promulguen.
La otra efeméride es la del 20
aniversario de la caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989). Un muro de
seguridad construido en 1961 por la extinta RDA (Republica Democrática
Alemana). Tuve la posibilidad de verlo
en pie un año antes de su derribo durante el viaje de estudios de COU. La
verdad es que me impresionó sobre todo el aparataje de seguridad que había en
torno al muro, al cual no era muy aconsejable acercarse. Otra cosa que me
impactó fue la imagen belicista, con soldados armados hasta los dientes desde
las torretas de vigilancia, las alambradas, etc. que nos retrotraía a las películas de la II
guerra Mundial y a las de James Bond.
Aunque podía haber cruzado el “Checkpoint
Charlie” (puesto fronterizo principal) y haber pasado al “otro lado” sin
mayores problemas (éramos un grupo de estudiantes, no peligrosos terroristas);
no me atreví a hacerlo, tenía 20 años y temía no poder salir. Así que me quedé en la zona occidental. La mentalidad que tenia entonces estaba
vinculada a la lógica de: Este (URSS) “malo”, oeste (EE. UU.) “bueno”, así nos
habían educado y así lo manifestábamos. La polarización ideológica y política
(derecha vs izquierda) había comenzado poco antes en mi vida, el despertar del
joven adulto se hacía aun de rogar en una acomodada adolescencia vital; pero ya
apuntaba maneras.
Lo que si tuve claro es que aquel
muro era horrible, tanto a nivel estético, como por lo que representaba de
violencia, dolor, muerte y miedo. Con el
tiempo la evolución de mi educación se abrió hacia un mayor conocimiento de las
ideologías existentes y de los partidos políticos que representaban esas ideas. El muro entonces adquiría una nueva dimensión
intelectual y vital: los muros separan a los de dentro con los de fuera y a la
vez aíslan a los que se encuentran dentro, del mundo exterior.
Los muros en la etapa de la
“distensión este-oeste” (1978-1990) se mostraron como inútiles y además eran
elementos contrarios al objetivo principal: Poner fin a la guerra Fría y evitar
un catastrófico game over del planeta Tierra en una hipotética III
guerra Mundial que se quedó en el papel de mentes irresponsables. La carrera armamentística
y espacial, basada en hipótesis sin fundamentos y ensoñaciones oníricas de una
galaxia no tan lejana, desvió cantidades ingentes de recursos económicos en
ambos bandos, restando dichos fondos a políticas de bienestar social e
infraestructuras esenciales.
En los años previos al muro de
Berlín, comenzaron las protestas en el “paraíso soviético” de la URSS y sus
estados satélites. La primera llama se prendió en Polonia. La juventud polaca y
la clase obrera unida a la iglesia católica (liderada por el polaco, hoy San
Juan Pablo II, 1978-2004) comenzaron desde el sindicato “Solidaridad” y
líder carismático Lech Walesa a moverse para acabar con el régimen
pro-soviético del mariscal W. Jaruzelski (1981-1989) y conducir a Polonia hacia
un régimen democrático de tipo occidental.
La influencia del “Papa
Wojtyla” (que fue un notable activista anticomunista antes de ser Papa) en
el desarrollo de la revolución fue determinante para el éxito de esta. La URSS
de M. Gorbachov (1985-1990) quería congraciarse con Occidente y abrir el
régimen de manera progresiva hacia el capitalismo; pero conservando el poder
del PCUS y la naturaleza soviética del régimen.
En ese sentido la URSS había restablecido relaciones diplomáticas con el
Vaticano y con otras potencias de occidente.
La cuestión polaca puso al
régimen soviético de la URSS y al de Polonia en jaque. Los revolucionarios
querían romper con el comunismo tanto a nivel económico como ideológico.
Polonia precipitó la caída en escalada de los regímenes comunistas del Este de Europa.
La RDA fue uno de ellos. La caída del muro de Berlín abrió la puerta a la
desintegración de la URSS (1990 -1993), precipitando bruscamente, en muy poco
tiempo y sin transición que mediara, el final de la guerra Fría.
La caída del muro de Berlín en 1989
significó también la caída en escalada de numerosos regímenes autoritarios y
dictatoriales. La dialéctica de “unificación, pacificación y reconstrucción”
llevó a EE. UU. a proclamar un “nuevo orden mundial” donde EE. UU. se
autoproclamaba el dueño del mundo, aunque el mundo pronto le quitó los aires de
grandeza, al comprobar el desastre a escala planetaria, causado por la guerra
Fría. En 1990 y 1991 las guerras del golfo dejaron al descubierto la
podredumbre del sistema capitalista occidental, la corrupción de la extinta
URSS (1922-1993) y la debilidad europea para afrontar juntos problemas
globales.
El muro de Berlín sirvió para
proteger una idea, un modelo prefabricado de país, un sistema que no permitía
la libertad a sus ciudadanos y reprimía cualquier contestación al orden
establecido. Un muro que acabó aislando a sus ciudadanos, rompiendo familias y
dividiendo el país. Un muro que acabo asfixiando económica y socialmente a sus
ciudadanos en nombre de un sistema político que hacía aguas por todas partes en
1989.
El régimen de la RDA (1949-1990)
era una dictadura disfrazada de “república democrática”. La oposición
amordazada y reprimida, control de medios de comunicación por parte del estado
y supresión de organizaciones de oposición, la elección de líderes con el visto
bueno de la URSS, la supervisión ideológica externa de las políticas locales…
El estado o partido dirigían la
vida de los ciudadanos. Lenin (Vladimir Illich Ulianovsk) afirmaba “para que
quieren libertad si nosotros decidimos mejor por ellos”. El paternalismo o
el tutelaje políticos suelen ser características habituales en cualquier régimen
dictatorial o autoritario. El ciudadano individual se diluye en la masa informe
que obedece sin oposición al poder instaurado por medio de un golpe de estado o
pronunciamientos de algún líder o grupo carismático.
Cuando cayó el muro de Berlín,
muchos dijeron: “NUNCA MAS” se volverá a construir un muro. Desgraciadamente
aun hay quienes creen que los muros protegen, muchos piensan que les quieren
hacer daño, tienen miedo y se acobardan. Quien pone muros tiene un problema que
no sabe como resolver. Por desgracia Israel hay construido otro, por miedo a
los “terroristas palestinos”, por no querer solucionar el problema de fondo (la
ocupación ilegal de Israel de territorio palestino); a su imitación muchos
líderes mediáticos populistas occidentales, supuestamente democráticos,
consideran que los muros son un gran invento, además de un gran negocio. Por
suerte somos muchos más los que preferimos tender puentes, suprimir fronteras y
derribar muros.
Estas dos efemérides son
importantes recordarlas, por un lado, para no olvidarnos de los valores
cívicos, humanos y democráticos que el universo de “barrio sésamo” nos dejó en
nuestra retina infantil. Por otra, no debemos olvidar el mal ejemplo que fue el
muro de la vergüenza de Berlín y el daño que ocasionan todas las dictaduras
(sean de “derechas o de izquierdas”) en las vidas de quienes tienen que
sufrirla. La democracia tiene sus defectos, como todo régimen creado por la
mente humana, pero de entre todos los regímenes existentes es el mejor sistema
que pudiera establecerse.
Hoy muchos españoles ejercerán
libres y voluntariamente su derecho al sufragio universal para elegir a sus
representantes en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Los cuales
habrán de elegir al futuro Presidente del Gobierno de España. Lo podemos hacer
porque España es una democracia porque así lo decidieron libremente los
españoles en la década de 1970.
Los que creemos en la democracia,
en las utopías, en las ideas, en el progreso de la nación, y sobre todo en la
defensa y ejercicio de sus valores, votaremos hoy en conciencia para evitar que
los partidarios de la dictadura y de la “mala educación” alcancen sus objetivos
destructivos.
Cuarenta años de democracia bien
vale un voto afirmativo para la continuidad y mejora de la democracia en España.
Vota, si así lo estimas conveniente y oportuno, a partidos defensores de los
valores cívicos, humanos y democráticos. En tus manos está lograr conseguir la
pervivencia de la democracia para las siguientes generaciones de españoles.
“La libertad tiene muchas
dificultades y la democracia no es perfecta. Pero nosotros no tenemos que poner
un muro para mantener a nuestro pueblo, para prevenir que ellos nos dejen. (…)
Mientras el muro es la mas obvia y viva demostración del fracaso del sistema
comunista, todo el mundo puede ver que no tenemos ninguna satisfacción en ello,
para nosotros, como ha dicho el al alcalde, es una ofensa no solo contra la
historia, sino también una ofensa contra la humanidad, separando familias,
dividiendo maridos y esposas, hermanos y hermanas, dividiendo a la gente que
quiere vivir unida” (J.F. Kennedy. Discurso en Berlín, 11 de junio de 1963)
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